Esta es mi historia,
pero podría ser la tuya.

lunes, 15 de febrero de 2016

Párate a ver la vida

Párate y dime qué ves.
Sí, ese eres tú.
Corriendo, perdido,
sin saber qué cojones hacer.
Desaprovechando el tiempo, 
cometiendo errores y dejando que los cometan contigo.
Tú te ves genial, 
crees estar haciendo lo que te viene en vena.
Pero entonces llegan esos días en los que ningún pasatiempo, y con pasatiempo me refiero a persona, te es suficiente. 
Te aburres, te cansas, te cansan.
Y cambias el objetivo, y de objetivo.
Y vuelves a girar la noria,
y pones en marcha la montaña rusa.
Vas de que nada te afecta,
te haces el duro, el bohemio,
el... gilipollas.
Buscas víctimas, frentes que abrir,
mientras te olvidas de cerrar otros muchos.
Quieres dejar tu huella, o tu arañazo, 
aún no me ha quedado claro.
Lo tienes todo bajo control,
las cosas funcionan tal y como quieres, o como crees querer que funcionen.
Qué bien se te da juzgar, criticar y mofarte de todo y de todos.
Qué bien se ve todo desde otra piel. 
¿No te das cuenta de que no has entendido bien la vida?
Que la vida no es eso,
joder.
Que solo eres una brisa inerte que se mueve a la vez que lo hace el viento.
Que ya no compartes tu corazón, 
simplemente lo tienes en modo aleatorio y dejas que cualquier canción entre en ti.
Que ya no te fías de cualquiera, 
y te cuesta mucho dejar que alguien entre un poquito al rincón de las cosas personales.
Pero,
a mi no me engañas.
Estás acojonado, 
acojonado de volver a enamorarte de alguien,
de volver a sentir por alguien.
Y te agobias, 
y te agobian, 
y abres la puerta de salida a todo aquel que se adentra demasiado en ti.
Y le temes al pasado como al fuego ardiendo.
Ese pasado que a veces está tan cerca que quema y desgarra,
y otras parece haberse extinguido por completo. 
Pero es que la vida es eso:
complicada, 
y lo que nos empeñamos nosotros en complicarla.
Porque somos subnormales y masoquistas,
pero intentamos ser felices. 
Lo que quiero decir con esto, amor,
es que la primavera está a punto de llegar, 
y van a sobrarnos capullos.
Así que quizás es hora de que acabes la función y te quites el traje de malo malísimo,
y comiences a besar la vida y a dejar que te abracen,
pero que te abracen de verdad.
Llámame loca pero,
ser feliz creo que es una buena forma de jubilarse. 
Y tú llevas mucho tiempo teniendo esa asignatura para septiembre.