Esta es mi historia,
pero podría ser la tuya.

miércoles, 4 de abril de 2018

Ya no es lo mismo

No, no lo es.
Ya no soy la misma que conociste,
y tú tampoco, 
aunque bueno, 
eso hace tiempo que no lo sé.
Por si te interesa, 
me he deshecho de todas aquellas inseguridades, 
y las he cambiado por risas.
Ya no le tengo miedo a la vida, 
ni a lo desconocido, 
ni a nadie, 
ni siquiera a ti. 
Ahora lo único que le tengo a todo son ganas. 
Ya no siento el pasado, 
ya no duele,
y eso solo puede ser algo bueno.
Me he convertido en alguien fuerte,
con carácter, 
me he vuelto mala de cojones,
y en parte gracias a ti. 
Me he quitado de encima el peso a besos, 
y he aprendido a ser yo quien me salve a mi misma.
Ya nada me escuece ni me atraviesa, 
que los demás odien que yo mientras bailo,
vivo, 
disfruto,
lucho,
bebo,
beso, 
sobre todo eso. 
Dejé de sentir rencor, 
de ser orgullosa, 
de tener siempre la razón
y de buscar siempre una.
Comprendí que la única pregunta que tenía que plantearme no era por qué,
sino más bien: ¿por qué no?
Me he vuelto mi propio parámetro, 
y he destruido el resto,
así, con un par.
He decidido quedarme a vivir entre sístole y diástole,
y ser yo quien marque mi tiempo. 
He acabado olvidando el golpe de las agujas del reloj. 
Por todo esto que te cuento, 
ahora vivo en exceso
(que no de excesos)
y soy feliz.

Esto solo es una excusa para presentarme, 
sin metáforas, 
sin ornamentos
sin protección.
Porque ya no soy esa que describes, 
ni de la que hablas. 
Ya no soy las historias que cuentas ni las promesas a medias. 
Yo ya no tengo nada que ver conmigo,
ni contigo,
con lo que éramos. 

Así que por qué no,
e n c a n t a d a