Esta es mi historia,
pero podría ser la tuya.

viernes, 22 de noviembre de 2013

No busquéis excusas, buscad tiempo.

Esta entrada sí que va dedicada. Va dedicada al causante de que escriba poco. Ese al que muchos perdemos, mientras que otros (os envidio), lo aprovechan al máximo estirándolo como si un chicle fuera. Al que nos impide disfrutar las cosas tanto como nos gustaría. A ese individuo que según cómo se le antoje va al mismo ritmo que una tortuga o por el contrario avanza tan rápido como una liebre. Qué quisquilloso mi amigo, oye.
Todos sabéis de quien hablo. Aquí el culpable es el Tiempo.
Aquel que hace que dejemos a medias algo, por terminar a tiempo alguna otra cosa. Tiempo, qué efímero eres. A veces es necesario que avances rápido, cuando la espera por ver a alguien se hace eterna pero, también es bonito alargar el momento del encuentro. Son cosas distintas. Me da rabia no poder dedicar tiempo a lo que me gusta hacer. Tiempo a lo realmente importante. A lo prioritario. No me gusta la gente que va con prisas, y sí, lo sé, a veces odiáis que por el contrario yo sea tan tranquila. Pero ¿qué más os da respirar un poquito? Llegareis a la meta más rápido, sí, pero llegaréis ahogándoos. Os aviso.
No quiero elegir entre hacer esto o lo otro. No quiero tener que partirme por el tiempo, pudiendo dedicarme a todos a su debido tiempo. La felicidad no es más grande por tener más tiempo, lo sé. Pero sí por saber aprovecharlo.  
Supongo que a todos os habrá pasado alguna vez, a mi por ejemplo me pasa año tras año. Cuando acaba el verano a todo el mundo nos invade esa cierta tristeza, porque acaba ese periodo en el que puedes hacer tranquilamente todo aquello que durante el año dejas en la lista de "quehaceres", mezclada a la vez con alegría, por juntarte con los de siempre o en mi caso, por empezar una nueva etapa. Tenía tanto miedo... Miedo a dejar atrás a gente maravillosa. Miedo a no encajar. Miedo a la carrera. Y a eso se le juntaban miles de emociones más que iban in crescendo.. 
Por primera vez en mucho tiempo me gustaría pedirte un favor, amigo: echa el freno. ¿Por qué te empeñas en ir tan deprisa? Dame tiempo. Ya sé que en época de exámenes tendemos a pedirte que corras todo lo que puedas y más pero he ido dándome cuenta de que o frenas un poco y nos paramos a mirar el paisaje o cuando nos demos cuenta será demasiado tarde. ¿Os habéis dado cuenta de que ya están las luces de Navidad? Que sí, que siempre las ponen rápido y las quitan antes de que podamos disfrutarlas pero.. a mi esto me acojona. Dentro de nada habré pasado mi primer cuatrimestre y sin dolor.
Ahora vuelvo a tener miedo, a que esto avance y avance y me consuma en la rutina. No penséis que es malo que el tiempo eche anclas y se quede un rato, lo acabaréis agradeciendo. Pero a cambio pide algo: aprovechadlo. Usar vuestra imaginación e invertidlo bien. Cuidadlo. Mimarlo. Disfrutarlo. Y ante todo, hacedlo acompañados sino lo anteriormente dicho resultará mucho más aburrido. Creedme cuando os digo que si no lo hacemos pronto empezaremos a darnos cuenta de lo valioso que es tarde, como con todo. Maldita manía a darnos cuenta de las cosas una vez perdidas.
Siento deciros que el tiempo no para ni por ti, ni por mi, ni por nadie. Ni siquiera va a correr. Es automático y no necesita que nadie cambie sus marchas. Por eso, hagamos de nuestro tiempo el nirvana. Tomemoslo tan fuerte y con tantas ganas que nos sintamos satisfechos. Y una última cosa, no dejemos que la falta o el exceso de tiempo se convierta en nuestro devenir. Nosotros manejamos el timón, así que en nuestro poder está el soltar amarras cuando queramos. Hagamos que cada segundo que marca la manecilla del reloj sea una alegría llena de momentos felices. 
Con esto conseguiremos que el día que nos pidan l'addition, la cuenta, por todos las horas, minutos y segundos gastados que el Tiempo nos ha regalado, no nos importe la cantidad, sino que nos sintamos orgullosos de pagar.  

martes, 12 de noviembre de 2013

Hoy

Cinco de la mañana, no tardaría en amanecer. El sol estaba empezando a desplegar sus pequeños rayos contra nosotros, como si de una tortura se tratase, como si intentara mantenerme.
Estaba muerto. Mejor, me sentía muerto. ¿Qué debía hacer? ¿Podría de una maldita vez tomar la puerta correcta y no titubear ante la presión y el miedo? Esas preguntas ametrallaban mi cabeza durante más tiempo del que me imaginaba e incluso más del que debía.
Podía sentirla abrazada a mi, rozándome con esas manos que tiempo atrás me parecían las más suaves del mundo. Sentía su pierna, liada entre las arrugas de la cama, encima de mi entrepierna, dejando claro que le pertenecía y que aunque quisiera no podría escapar de ella. Lo peor, es que estaba más guapa que nunca. Estaba preciosa. El sol dibujaba bellas siluetas que recorrían su espalda desnuda, esa que tiempo atrás aprendió todos los idiomas que mi lengua conoce. Recuerdo perfectamente el momento en que la conocí. Podría recrearlo con tantos detalles como si de un cuadro barroco se tratase. ¿Qué había pasado? ¿Qué me había ido desgastando? Enero sin ti, Febrero sin ti, Marzo sin ti, Abril sin ti, Mayo sin ti, Junio sin ti.. Y así hasta hoy, que vuelves a mi cama como si tuvieras derecho. Pasé de pedirte que te acostaras conmigo a decirte "acuéstate contigo".
Me faltaba el aire, el desmayo era inminente. Me puse el primer chándal que encontré y salí de allí todo lo rápido que las piernas me dejaron. Corrí, corrí, corrí. No hice otra cosa. Corrí como si el tobogán por el que se perderían todos mis miedos estuviera al final del trayecto. Tras 45 minutos muy intensos estaba exhausto. A quién pretendía engañar, mi relación con el deporte siempre había sido esporádica. Pero me encanta la sensación que te regala. Falta de aire, amnesia temporal, adrenalina por los poros y una sensación de libertad tan grande como la de una pluma que es llevada por el viento.
Volví a la Tierra al sonarme el bolsillo. Seguramente sería Beatríz recién levantada, preguntándo(me)se dónde había ido. Cogí el móvil con desgana. Estaba cansado de sus rechazos, de sus idas y venidas, y de sus tiroporquemedalagana. Ella había (des)hecho su vida tantas veces como había querido...  Mientras que yo solo era el helado que se tomaba tras alguna de sus rupturas. Descolgué, fue oír su voz y devolverle color a mi día. Era Elisabeth. Eli. Ella era distinta al resto de chicas que conocía. Siempre había sido muy atenta conmigo, y nuestra relación había sobrepasado los límites de lo normal. Me encontraba en calma cuando estaba a su lado, tan natural tan alegre... Si enumero las razones de mi alegría en la mayoría aparecería ella. Cuando estaba a su lado no quería dormir, para no perderme nada. Entonces lo comprendí. Ella era mi alegría y mi condena, mis ganas de largarme de aquí, la que me animaba a seguir adelante y la que me empujaba a hacer cosas que jamás creí que fuera capaz de hacer. Me había descolocado desde el principio. Desde que la conocía había dado tumbos por ahí, buscando, tal vez, algo que siempre había tenido delante. A fin de cuentas, mi cielo no era tan distinto al suyo. 
Después de meses sin saber qué me pasaba había dado con la medicina perfecta, la cual no tenía receta. ¿Problema? Eli llamaba para despedirse, para marcharse por un par de meses. Me quedaba solo. No quería. No podía. No volvería a perderle. ¿Solución? Correr como nunca a meter mis miedos en una maleta y largarme con ella. Hasta ahora nunca había estado con nadie, simplemente había estado acompañado. Y por eso la necesitaba, para (re)encontrar lo poco que de amor me quedaba. Te diré que tenemos toda la vida, y un domingo que se abre...

martes, 5 de noviembre de 2013

Résistons

Vayámonos lejos. Perdón, muy lejos. A algún lugar donde no se necesite acreditación, ni invitación y lo más importante, donde el dinero sea una puerta abierta hacia el futuro y no un impedimento, como hasta ahora. Corre, vuela, aléjate de aquí. No seas tonto. Huye. Nos asusta no saber qué pasará, qué será el día de mañana pero a mi me asusta más esperar y saber que a cada momento pierdo tiempo.
Siendo una estudiante de Traducción veréis normal que me afecte en primera persona (como a todos) el follón que se ha armado con lo de las becas erasmus. Qué manía de darnos donde más nos duele. De lanzar el dardo con puntería y dar en el centro de la diana. Cada uno aprovecha esta oportunidad a su manera pero hay gente que realmente desea y pone todo su empeño en volar fuera, en poder poner en practica todo lo aprendido, en progresar. Tener la oportunidad de desconectar, ya sean 6 meses o incluso todo un curso, de conocer gente nueva, de madurar, de aprender, de (con)vivir y valorar más otras culturas, otras vidas. 
¿Cual es el problema? El problema es que se empeñan en decirnos que la economía está por los suelos, pero siento decir que no es la única, nuestras ilusiones están incluso por debajo. Inflar los precios no es la solución, pensemos mejor en inflarnos de alegría.
Basta ya. Hagamos una fuga de cerebros. Convirtamos el caos en orden, o al revés. 
No me gusta la política, y cada día veo menos las noticias. ¿Motivo? Creo que está bastante claro. Sobran. Prefiero vivir en la ignorancia y ganar en felicidad.
Felicidad. Ese es el lugar al que me refería al principio. La meta. The goal. 
Ser feliz es una decisión, no una opción. La decisión más importante de tu vida, la que según cómo la tomes determinara de una forma u otra tu pasado, tu futuro y tu presente. La felicidad es tangible. Podemos tocarla y a la vez acabar con ella, así que procura que su envoltorio aguante muchos golpes.
Por muy jodido que este el panorama, por muy frustrante que resulte ver la dirección que está tomando esto y por muy negro que este el mapa, no olvidemos que nada ni nadie debe impedirnos mantener nuestra alegría. Todavía hay gente que te levanta el ánimo con una maldita mirada. Gente que realmente está en la cuerda floja y que a pesar de ello no tiene un ápice de tristeza. Personas que tienen tanta vida que podrían prestárnosla. Héroes sin capa ni superpoderes.
Vendrán cosas malas, por supuesto, pero no olvidemos que también cosas maravillosas. Recuerda que aunque las cosas tengan fecha de caducidad está en nuestras manos sentirlas a tiempo.
Cambiemos el chip y comencemos por el final. Hoy empezamos. Saquemos del trastero las ganas, la confianza y la esperanza, términos que teníamos ya olvidados. "Levantarse al caer es la clave, y a la vez lo más difícil de aplicar en el momento que ocurre."
Arrancamos nuestra ilusión de nuevo, quitamos el freno de mano y ponemos una marcha suave, por si se hace largo el viaje...
Yo voy a quedarme y aguantar. ¿Se puede saber a qué esperas tú?