Esta es mi historia,
pero podría ser la tuya.

domingo, 29 de diciembre de 2013

He aprendido que...

Voy a ahorrarme el pedir perdón por no escribir más a menudo, una carrera no se saca sola señores.
¿No notáis esa sensación? Y no, no me refiero a los nervios pre-exámenes. Como diría Mecano "llega la cuenta atrás". Algo grande y efímero va a pasar. Tan rápido que si te atragantas con las uvas, te lo pierdes. Como si de saltar una minúscula línea se tratase. Pues así.
Fin de año, bienvenido seas. Detengámonos aquí. Ahora mismo varios sentimientos fluyen respecto a que se acabe el año. Primero, están esas personas que han tenido un año duro. Maltratado por la mala suerte, por la sociedad que nos rodea o por qué sé yo. Esas personas, que cada vez son más, ansían con ganas ese día, con esperanza. Deseando que el próximo año sea mejor, que por fin, merezca la pena y pensando que, en cuanto dejen de dar las campanadas, su vida será mejor, que ya no tendrán que preocuparse por los números rojos, que éstos pasarán a ser verdes. O quizás azules. También tenemos a esas personas que por desgracia, su calendario no entiende de inicios ni finales, ni de cenas navideñas. Viven al día. Luchando por salvar su vida y la de los que les rodean, ya sea por estar en el ejército o por luchar contra una enfermedad. Para ellos, el año nuevo viene en forma de fortaleza, de ganas de seguir adelante. En forma de razón de peso por la cual seguir día a día dándolo todo. Y por último, pero no menos importantes, el resto. Personas que por una vez en todo el año, coinciden en algo y se reunen entorno a la mesa para brindar por el año que se va y el que entra. Olvidando sus problemas, y siendo por una jodida noche, felices.
Yo no tengo propósitos de año nuevo, no creo en ellos la verdad. No por mucho que escriba algo va a cumplirse, ni tampoco voy a cumplirlo yo. Todo es cuestión de querer o no querer, de echarle ganas y, por qué no, cojones (quienes tengan). Pero eh, que cada cual tiene sus manías, y sino que me lo digan a mi. 
Yo simplemente quería tener una excusa para volver a escribir. Para sentir cómo mis dedos entran en contacto con las teclas del portátil. Para volver a notar como poco a poco mi cabeza, a pesar de estar ordenada, por unos segundos se desordena. Dejando paso a un barullo de ideas que vuelan. Aunque esta vez es distinto. Lo único que pasa por mi mente son momentos. 
Este año he aprendido que por mucho que un cambio asuste, pasar del instituto a la universidad, no es una matanza. Solo es cuestión de acostumbrarse.
He aprendido que las cosas cuestan, que el dinero se va más rápido de lo que llega y de que por fin entiendo a mi madre. Por fin entiendo que esté todo el día preocupada por llegar a fin de mes. Mamá, he caído del burro.
Este año también he aprendido que el mejor regalo puede ser ver como tarde tras tarde unos niños te sonríen mientras les ayudas con los deberes por dedicarle dos días a la semana, tu tiempo. Qué jodida maravilla, oye. Jamás pensé que sería tan gratificante. En realidad es mucho más que eso. Es sentirte útil, sentir que lo que haces, por una vez, ayuda a alguien.
He aprendido que mantenerse al margen de todo, esquivar los dardos de la gente, y dedicarme por entero a mi, es más difícil de lo que parece, pero que cuando lo consigues, merece la pena.
He aprendido que las despedidas, duelen. ¿Quién iba a decirme a mi que me dolería tanto despedirme de mis profesores? Mis días allí, desde mis comienzos hasta bachiller. Pasando por muchas clases, impregnadas cada una de ellas por buenos momentos y cómo no, por mejores personas.
He aprendido que aunque lo rutinario y estable es cómodo, de vez en cuando no viene mal perder un poco el norte, y perderse.
Cómo no, he aprendido que los verdaderos amigos, son esos que no entienden de tiempo sin verse. Que da igual lo ocupado que estén o qué estén haciendo. Diles un simple "te necesito" y verás realmente lo que es ser un superhéroe. Sí, os hablo de mis 9 soles, que deberían cobrar por aguantarme tantos años. También hablo de ellas, mi hakuna matata particular, las que me han demostrado que se puede pasar de 0 a 100, y no hablo de velocidad. Hablo de los que están ahí pero nunca nombro. De los que pasan conmigo día tras día en la uni. De aquellos que me aguantan en mis días más tontos y en los que más débil soy. De los que se preocupan por mi a diario, se interesan, hacen que me sienta bien y que nunca, piense que estoy sola. Este año más que nunca, he aprendido a valorar lo bueno y gigante que tengo a mi lado y, a brindar por ello.
También he aprendido que dar explicaciones no es una orden, y que hay mucha gente que no se las merece. Haz tu vida y deja que la hagan, olvídate del qué dirán y preocupate por ver quien sí se merece de verdad esas explicaciones, que casualmente, será quien menos te las pida.
Para qué engañarnos, no he aprendido a dormir sin luz. Sí, reíos porque yo lo haría. Llevo 18 años pensando que si duermo con la luz apagada y destapada algún monstruo maligno del más allá subirá a mi cama y no precisamente para hacerme compañía. Ya sabéis que crecemos, pero no del todo. Qué se le va a hacer.
Este año he aprendido que no tienes que dejar que nadie te haga sentirte pequeño. No permitas que te griten y te hagan daño. Nadie tiene derecho a pisarte y a tratarte como si fueras inferior. ¿Quiénes se creen que son?
He aprendido que los mejores momentos pueden ocurrir estudiando en la universidad selectividad o en incluso en clase. Que los nervios y el estrés, es mejor pasarlos en compañía, y que, o te ríes tu del mundo y consigues que los demás se rían, o nadie hará nada al respecto.
Siento decir que no he aprendido a decir que no. Me sigue costando negar las cosas, no puedo evitar intentar contentar a todo el mundo descuidandome muchas veces a mi. Sé que a muchos os pasa. Pero esto tiene que cambiar. No siempre hay que decir que sí. Por muchas cosas que hagas, nunca estará todo el mundo conforme, y hay veces en las que hay que decir que no, porque si no se puede, no se puede leches. Vale ya de mirar por todos y que nadie mire por ti. En lo imperfecto está lo perfecto, y se acabó.
Este año he aprendido más que nunca que cuando haces lo que quieres, acabas dejando a mucha gente por el camino. La vida, inevitablemente, es una noria que no para de girar y en la que en cada vuelta, pierdes y ganas a alguien. A veces es para bien, y otras es para mal. Pero es la vida al fin y al cabo, y por mucho que te empeñes en bloquear la puerta para que no salgan, si han de irse, se irán.
He aprendido a echar de menos como nunca antes lo había hecho. Tan fuerte que hasta duele. Y con esto, a querer. A ver como alguien te cambia la vida, te hace aprender más y más y a mejorar. Te hace darte cuenta que el mundo es pequeño en comparación con las grandes personas que tiene dentro. A pesar de que la puerta se abra y se cierre dejando entrar y salir a gente como si de un bar se tratase, no olvides que con cada una de esas personas que se van siempre tendrás algo que recordar, porque quieras o no, formaran parte de ti. Pasen los años que pasen...
También he aprendido a actuar por el momento, a no planearlo todo ni a llevarlo todo pensado al milímetro. A dejarme llevar y a disfrutar y, aunque para que mentiros, me he topado mucho por el camino, también he aprendido a no arrepentirme de nada que me haya regalado alguna sonrisa. Así que, de todo se aprende, oye.
Este año he aprendido que un viaje puede cambiarte la vida, que se puede querer más a un animal que a una persona y que recuperar algo que creías perdido, puede devolverte literalmente la vida.
Pero ante todo, este año he aprendido que o te esfuerzas por conseguir aquello que quieres o te acabaras cayendo al suelo con todas tus aspiraciones.
Este ha sido mi año, 365 días dan para infinidad de cosas. Y sino pararos a pensar, ¿no os asusta todo lo que hemos recorrido?.
No pienso desear nada, solamente os pido que aprendáis a disfrutar, a no preocuparos en exceso, a tener paciencia. No porque desees mucho algo va a llegar, frena un poquito y quizás, entonces, ocurra. No os paséis el día amargados ni tristes, ahí fuera la cosa ya está demasiado chunga como para que encima nosotros nos unamos al luto. No te conformes. ¿Si no hay más vidas, porque no aprovechas la que tienes?. Abre la ventana, saca todo el polvo que se ha ido acumulando este año y deja sitio para todo lo que está por venir. Será bueno, o quizás no tanto. Pero te aseguro que cambiará tu vida. Porque, aunque no lo creamos, en nuestros mayores tropiezos y en nuestras mayores perdidas se encuentran nuestros grandes e inolvidables momentos.

lunes, 2 de diciembre de 2013

Diciembre.

Cuando un disco de Leiva lleva el nombre de un mes no se puede pensar otra cosa sino que es un gran mes. Un mes importante. No digo esto porque esté todo el año deseando que pasen rápido las hojas del calendario hasta llegar a la última, ni por ser la pequeña que nació en el mes de Diciembre. Vale, puede que sí pero sabéis que todos nos pasamos los días deseando que lleguen las vacaciones, sean las que sean. Cansados de la rutina buscamos un tiempo muerto que nos permita reengancharnos al partido. Pero algo pasa este mes. Y aunque suene a tópico es así, sucede algo mágico. 
Llega el frío y con él sus cálidas noches. Camas que antes estaban vacías se llenan en busca de calor. Las horas de oscuridad duran ahora casi el doble que las de luz lo cual permite pensar y soñar mucho. ¿Quien no necesita una parada para repostar? Pongamos como ejemplo una tarde de peli, manta y sofá. Suena bien, ¿verdad?
Para nosotros puede ser un mes más, de sobredosis de turrón y algún que otro lío con el champán, pero para mucha gente es El mes. Personas destinadas en la otra punta del globo vuelven  a casa sin esperar ningún regalo sino deseando ser el regalo de alguien. Familias que al menos coinciden y están de acuerdo una vez al año. Y qué leches, a nadie le amarga ver todas esas luces en la calle, y más con la que está cayendo. Salir a la calle y percibir el olor a chimenea, a tronco quemado. La calle está más bonita que nunca, llena de gente con cara de esperanza. Gente con cara de ilusión. Pero también hay gente que carga a sus espaldas 365 kilos, uno por cada día del año, uno por cada bache.
Aquellos Diciembres que nunca volverán, cuánto los recuerdo y extraño. En esta época todos estamos un poquito más tiernos, aunque no tanto como el pan bimbo. Sonreímos un poco más e incluso nos emocionamos. Dicen que la felicidad está ahora más cerca, habrá que ir a por ella.
Brindo por este mes. Brindo porque es la frontera entre el final y el inicio. Es hora de que nos preguntemos qué hemos aprendido este año y de que para el año que entra aprendamos de una vez la lección, hay que ser un poquito más inconformistas y perseguir nuestras metas, nos cueste lo que nos cueste. 
Querido Diciembre, te estaba esperando... Eres como un bálsamo para un mundo que está en proceso de oxidarse. Yo no quiero pedir nada este año por reyes (y que conste que me he portado bien), me conformo con cambiar los ingredientes y mejorar la receta de la vida. Ahí fuera hay gente que necesita volver a creer, volver a tener una razón de peso. Gente que paga los desastres de una sociedad que ha perdido el hilo. Las noticias se empeñan en decirnos que estamos sufriendo una crisis económica mundial pero se olvidan de que también estamos sufriendo una crisis moral. Estamos empezando a abrir los ojos y a caer del burro. A darnos cuenta de que no todo es tan fantástico como queríamos verlo. Y sí, la realidad duele.
Que no os entre la nostalgia ahora, sé que habrán grandes ausencias, a todos nos pasa, pero recordar a quienes ya no están no es malo, es símbolo de que aún siguen presentes. Y ese es el mayor regalo que podéis hacerles.
No pretendo anunciar que la Navidad ha llegado al Corte inglés, sino recordaros que aún hay cosas que merecen la pena y que es tiempo de buscarlas.

viernes, 22 de noviembre de 2013

No busquéis excusas, buscad tiempo.

Esta entrada sí que va dedicada. Va dedicada al causante de que escriba poco. Ese al que muchos perdemos, mientras que otros (os envidio), lo aprovechan al máximo estirándolo como si un chicle fuera. Al que nos impide disfrutar las cosas tanto como nos gustaría. A ese individuo que según cómo se le antoje va al mismo ritmo que una tortuga o por el contrario avanza tan rápido como una liebre. Qué quisquilloso mi amigo, oye.
Todos sabéis de quien hablo. Aquí el culpable es el Tiempo.
Aquel que hace que dejemos a medias algo, por terminar a tiempo alguna otra cosa. Tiempo, qué efímero eres. A veces es necesario que avances rápido, cuando la espera por ver a alguien se hace eterna pero, también es bonito alargar el momento del encuentro. Son cosas distintas. Me da rabia no poder dedicar tiempo a lo que me gusta hacer. Tiempo a lo realmente importante. A lo prioritario. No me gusta la gente que va con prisas, y sí, lo sé, a veces odiáis que por el contrario yo sea tan tranquila. Pero ¿qué más os da respirar un poquito? Llegareis a la meta más rápido, sí, pero llegaréis ahogándoos. Os aviso.
No quiero elegir entre hacer esto o lo otro. No quiero tener que partirme por el tiempo, pudiendo dedicarme a todos a su debido tiempo. La felicidad no es más grande por tener más tiempo, lo sé. Pero sí por saber aprovecharlo.  
Supongo que a todos os habrá pasado alguna vez, a mi por ejemplo me pasa año tras año. Cuando acaba el verano a todo el mundo nos invade esa cierta tristeza, porque acaba ese periodo en el que puedes hacer tranquilamente todo aquello que durante el año dejas en la lista de "quehaceres", mezclada a la vez con alegría, por juntarte con los de siempre o en mi caso, por empezar una nueva etapa. Tenía tanto miedo... Miedo a dejar atrás a gente maravillosa. Miedo a no encajar. Miedo a la carrera. Y a eso se le juntaban miles de emociones más que iban in crescendo.. 
Por primera vez en mucho tiempo me gustaría pedirte un favor, amigo: echa el freno. ¿Por qué te empeñas en ir tan deprisa? Dame tiempo. Ya sé que en época de exámenes tendemos a pedirte que corras todo lo que puedas y más pero he ido dándome cuenta de que o frenas un poco y nos paramos a mirar el paisaje o cuando nos demos cuenta será demasiado tarde. ¿Os habéis dado cuenta de que ya están las luces de Navidad? Que sí, que siempre las ponen rápido y las quitan antes de que podamos disfrutarlas pero.. a mi esto me acojona. Dentro de nada habré pasado mi primer cuatrimestre y sin dolor.
Ahora vuelvo a tener miedo, a que esto avance y avance y me consuma en la rutina. No penséis que es malo que el tiempo eche anclas y se quede un rato, lo acabaréis agradeciendo. Pero a cambio pide algo: aprovechadlo. Usar vuestra imaginación e invertidlo bien. Cuidadlo. Mimarlo. Disfrutarlo. Y ante todo, hacedlo acompañados sino lo anteriormente dicho resultará mucho más aburrido. Creedme cuando os digo que si no lo hacemos pronto empezaremos a darnos cuenta de lo valioso que es tarde, como con todo. Maldita manía a darnos cuenta de las cosas una vez perdidas.
Siento deciros que el tiempo no para ni por ti, ni por mi, ni por nadie. Ni siquiera va a correr. Es automático y no necesita que nadie cambie sus marchas. Por eso, hagamos de nuestro tiempo el nirvana. Tomemoslo tan fuerte y con tantas ganas que nos sintamos satisfechos. Y una última cosa, no dejemos que la falta o el exceso de tiempo se convierta en nuestro devenir. Nosotros manejamos el timón, así que en nuestro poder está el soltar amarras cuando queramos. Hagamos que cada segundo que marca la manecilla del reloj sea una alegría llena de momentos felices. 
Con esto conseguiremos que el día que nos pidan l'addition, la cuenta, por todos las horas, minutos y segundos gastados que el Tiempo nos ha regalado, no nos importe la cantidad, sino que nos sintamos orgullosos de pagar.  

martes, 12 de noviembre de 2013

Hoy

Cinco de la mañana, no tardaría en amanecer. El sol estaba empezando a desplegar sus pequeños rayos contra nosotros, como si de una tortura se tratase, como si intentara mantenerme.
Estaba muerto. Mejor, me sentía muerto. ¿Qué debía hacer? ¿Podría de una maldita vez tomar la puerta correcta y no titubear ante la presión y el miedo? Esas preguntas ametrallaban mi cabeza durante más tiempo del que me imaginaba e incluso más del que debía.
Podía sentirla abrazada a mi, rozándome con esas manos que tiempo atrás me parecían las más suaves del mundo. Sentía su pierna, liada entre las arrugas de la cama, encima de mi entrepierna, dejando claro que le pertenecía y que aunque quisiera no podría escapar de ella. Lo peor, es que estaba más guapa que nunca. Estaba preciosa. El sol dibujaba bellas siluetas que recorrían su espalda desnuda, esa que tiempo atrás aprendió todos los idiomas que mi lengua conoce. Recuerdo perfectamente el momento en que la conocí. Podría recrearlo con tantos detalles como si de un cuadro barroco se tratase. ¿Qué había pasado? ¿Qué me había ido desgastando? Enero sin ti, Febrero sin ti, Marzo sin ti, Abril sin ti, Mayo sin ti, Junio sin ti.. Y así hasta hoy, que vuelves a mi cama como si tuvieras derecho. Pasé de pedirte que te acostaras conmigo a decirte "acuéstate contigo".
Me faltaba el aire, el desmayo era inminente. Me puse el primer chándal que encontré y salí de allí todo lo rápido que las piernas me dejaron. Corrí, corrí, corrí. No hice otra cosa. Corrí como si el tobogán por el que se perderían todos mis miedos estuviera al final del trayecto. Tras 45 minutos muy intensos estaba exhausto. A quién pretendía engañar, mi relación con el deporte siempre había sido esporádica. Pero me encanta la sensación que te regala. Falta de aire, amnesia temporal, adrenalina por los poros y una sensación de libertad tan grande como la de una pluma que es llevada por el viento.
Volví a la Tierra al sonarme el bolsillo. Seguramente sería Beatríz recién levantada, preguntándo(me)se dónde había ido. Cogí el móvil con desgana. Estaba cansado de sus rechazos, de sus idas y venidas, y de sus tiroporquemedalagana. Ella había (des)hecho su vida tantas veces como había querido...  Mientras que yo solo era el helado que se tomaba tras alguna de sus rupturas. Descolgué, fue oír su voz y devolverle color a mi día. Era Elisabeth. Eli. Ella era distinta al resto de chicas que conocía. Siempre había sido muy atenta conmigo, y nuestra relación había sobrepasado los límites de lo normal. Me encontraba en calma cuando estaba a su lado, tan natural tan alegre... Si enumero las razones de mi alegría en la mayoría aparecería ella. Cuando estaba a su lado no quería dormir, para no perderme nada. Entonces lo comprendí. Ella era mi alegría y mi condena, mis ganas de largarme de aquí, la que me animaba a seguir adelante y la que me empujaba a hacer cosas que jamás creí que fuera capaz de hacer. Me había descolocado desde el principio. Desde que la conocía había dado tumbos por ahí, buscando, tal vez, algo que siempre había tenido delante. A fin de cuentas, mi cielo no era tan distinto al suyo. 
Después de meses sin saber qué me pasaba había dado con la medicina perfecta, la cual no tenía receta. ¿Problema? Eli llamaba para despedirse, para marcharse por un par de meses. Me quedaba solo. No quería. No podía. No volvería a perderle. ¿Solución? Correr como nunca a meter mis miedos en una maleta y largarme con ella. Hasta ahora nunca había estado con nadie, simplemente había estado acompañado. Y por eso la necesitaba, para (re)encontrar lo poco que de amor me quedaba. Te diré que tenemos toda la vida, y un domingo que se abre...

martes, 5 de noviembre de 2013

Résistons

Vayámonos lejos. Perdón, muy lejos. A algún lugar donde no se necesite acreditación, ni invitación y lo más importante, donde el dinero sea una puerta abierta hacia el futuro y no un impedimento, como hasta ahora. Corre, vuela, aléjate de aquí. No seas tonto. Huye. Nos asusta no saber qué pasará, qué será el día de mañana pero a mi me asusta más esperar y saber que a cada momento pierdo tiempo.
Siendo una estudiante de Traducción veréis normal que me afecte en primera persona (como a todos) el follón que se ha armado con lo de las becas erasmus. Qué manía de darnos donde más nos duele. De lanzar el dardo con puntería y dar en el centro de la diana. Cada uno aprovecha esta oportunidad a su manera pero hay gente que realmente desea y pone todo su empeño en volar fuera, en poder poner en practica todo lo aprendido, en progresar. Tener la oportunidad de desconectar, ya sean 6 meses o incluso todo un curso, de conocer gente nueva, de madurar, de aprender, de (con)vivir y valorar más otras culturas, otras vidas. 
¿Cual es el problema? El problema es que se empeñan en decirnos que la economía está por los suelos, pero siento decir que no es la única, nuestras ilusiones están incluso por debajo. Inflar los precios no es la solución, pensemos mejor en inflarnos de alegría.
Basta ya. Hagamos una fuga de cerebros. Convirtamos el caos en orden, o al revés. 
No me gusta la política, y cada día veo menos las noticias. ¿Motivo? Creo que está bastante claro. Sobran. Prefiero vivir en la ignorancia y ganar en felicidad.
Felicidad. Ese es el lugar al que me refería al principio. La meta. The goal. 
Ser feliz es una decisión, no una opción. La decisión más importante de tu vida, la que según cómo la tomes determinara de una forma u otra tu pasado, tu futuro y tu presente. La felicidad es tangible. Podemos tocarla y a la vez acabar con ella, así que procura que su envoltorio aguante muchos golpes.
Por muy jodido que este el panorama, por muy frustrante que resulte ver la dirección que está tomando esto y por muy negro que este el mapa, no olvidemos que nada ni nadie debe impedirnos mantener nuestra alegría. Todavía hay gente que te levanta el ánimo con una maldita mirada. Gente que realmente está en la cuerda floja y que a pesar de ello no tiene un ápice de tristeza. Personas que tienen tanta vida que podrían prestárnosla. Héroes sin capa ni superpoderes.
Vendrán cosas malas, por supuesto, pero no olvidemos que también cosas maravillosas. Recuerda que aunque las cosas tengan fecha de caducidad está en nuestras manos sentirlas a tiempo.
Cambiemos el chip y comencemos por el final. Hoy empezamos. Saquemos del trastero las ganas, la confianza y la esperanza, términos que teníamos ya olvidados. "Levantarse al caer es la clave, y a la vez lo más difícil de aplicar en el momento que ocurre."
Arrancamos nuestra ilusión de nuevo, quitamos el freno de mano y ponemos una marcha suave, por si se hace largo el viaje...
Yo voy a quedarme y aguantar. ¿Se puede saber a qué esperas tú?


lunes, 28 de octubre de 2013

Cada cosa en su lugar

Os lo pido de verdad, empecemos a darle importancia a lo realmente importante. Analicemos las prioridades. Lo esencial. Lo necesario. Nos pasamos los días quejándonos, viendo vasos vacíos donde sólo hay copas elegantes. Desdramaticemos nuestra vida de una vez. ¿Cuánto tiempo nos pasamos buscándole tres pies al gato? Demasiado, ya te lo digo yo. Párate a pensar, o mejor aún, no lo hagas. No pienses. Cuántas discusiones y enfados sin sentido, cuánta gente perdida por minucias que seguro no merecen tanto la pena. Anteponemos estupideces a personas y así nos va. Vive y deja vivir en paz. No aplaces nada porque te recuerdo que no tendrás más fichas en esta partida, que te lo juegas todo a una porque una vez que pierdas, le llegará el turno al siguiente. Sí, comparo la vida con un videojuego pero ¿qué os creéis que es en realidad?. Un juego en el cual sale mejor parado quien mejor juega o quien más trucos conoce. Las trampas se penalizan, o eso dicen. Hagamos que nos recuerden, que marquemos nuestras huellas en la piel de alguien tan fuerte que ni los años ni el cansancio puedan borrarlas. Aprendamos a apreciar el espacio. El espacio que ocupan las cosas en nosotros mismos, cuánto espacio ponemos entre cada una y cuánto tardamos en derribar dicho espacio. ¿Qué tal si acortamos distancias?

Me siento en deuda con más personas de las que mis dedos de la mano pueden contar. Pero a algunas les debo la vida. Vale, quizás estoy desorbitando las cosas. Voy a ser concreta. Valoremos las acciones y a quienes las hacen. Hoy me apetece dar las gracias ¿a ti no? (venga vamos, que es gratis). Seres únicos que me han llenado de alegría sin reclamar nunca nada. Sin pedirme el ticket de devolución. Sé que vosotros estaréis, al igual que yo, pensando en alguien. Hablando en plural, claro.
No hay realmente nadie irreemplazable pero sí hay imprescindibles. Pocos, puesto que lo bueno se administra en pequeñas dosis. Pero los hay, que es lo que importa. Gente que quiere de verdad, sin barreras. Que no te hace daño puesto que  la única manera que tendrían de hacértelo sería yéndose de tu lado. Gente que confía en ti, no solo como confidente, sino como persona. Creen en tus sueños y expectativas, y no se limitan a eso, sino que te ayudan como pueden a seguir pa'lante. Grandes lecciones escondidas en pequeños detalles. La familia viene dada, pero el resto se escoge, y yo ya he elegido a los míos. Mi salvación de lo(li)s fines de semana, y de todos mis jodidos días. Quienes te sacan de quicio por lo melones que son pero que a la vez son increiblemente necesarios. Quienes están ahí a diario por y para mi aunque no sea físicamente. Aquellos/as que moverían el mundo y matarían monstruos por mi si lo necesitara. Barbies que se convierten en hermanas.
Dice por ahí mucha gente que tres son multitud pero a veces es perfección. Quienes hacen que mis ratos a su lado sean un frenesí, a pesar de que nos veamos con menos frecuencia o de que cambiemos las charlitas en el cómodo sofá de casa por una llamadita de skype.
Me gustaría que os sintierais solo un tercio de orgullosos de mi de lo que yo estoy de vosotros/as. No puedo regalaros algo tan grande como vosotros, ni siquiera un poco equiparable, pero sí puedo decirle al mundo lo maravillosos que sois.
Deberíamos olvidarnos de perder el tiempo y pensar que a ratos sienta bien valorar a los demás y decirles o gritarles lo que causan y provocan en nosotros. Darles cobijo o al menos prestarles atención porque tendemos a darnos cuenta de todo tarde, a valorar lo ya perdido hace algún tiempo. Y, porque, aunque no lo creamos, intimar con la felicidad se consigue con bien poquito, somos nosotros quienes lo ponemos difícil.

miércoles, 23 de octubre de 2013

Cómo decirte, cómo contarte que...

Me fascinaría tener una razón de peso. Me encantaría no perderme ni hacer que te pierdas. Y me gustaría poder decirte que sé qué quiero. Que siempre estaré a tu lado. Que te pondré la manta en las noches más frías y te abriré la ventana en los días más calurosos. Prometerte que a mi lado todo irá como la seda. Prometerte el cielo y bajarte de vez en cuando a la Tierra. Pero las promesas acaban ardiendo y con ellas quienes las prometen. Prefiero vivir al día y demostrarlo todo con la magnitud de mis hechos. Nada de promesas, nada de planes futuros con pronóstico inestable. Pero es que soy tan despistada... soy incapaz de controlarme a mi misma, no puedo decirte que lo tendré todo bajo control. Deshojaría mil margaritas repitiendo sí quiero, no quiero  pero no encontraría ninguna razón de peso para lanzarme a la piscina. Para abrir la ventana y saltar sin más.

Soy un poco neurótica. Tiendo a dramatizar. Me dan ataques de risa locos e incontrolables. Puedes aborrecerme casi tanto como quererme. No sé si lo sabes pero soy un pequeño desastre animal. Me encanta el queso, mi número uno, el de tetilla.. entra en todos mis platos. Ponme de comer lo que quieras, acabaré echándole ketchup hasta hartar(te)me. ¿Ensalada? No si no lleva mucho vinagre. Me agobio con facilidad, y me canso aún más rápido. Ya sabes, lo bueno si breve dos veces bueno. No me pidas explicaciones porque solo vas a encontrar silencio. Necesito un lienzo entero para poder recorrerlo poco a poco con los dedos, perdiéndome, parándome, tomándome mi tiempo. No entiendo de horas, no suelo ser puntual. Estás sobre aviso. Los días pueden cambiar en un segundo, para qué ir con prisas pudiendo vivir a cámara lenta. Basta que parpadees para que te pierdas el momento. Ya sabes de mis manías, de mis costumbres, de mis miedos tontos y de lo cariñosa que me pongo a veces. Sabes que odio acostarme pronto y que adoro levantarme temprano. Que me encantan las películas de dibujos pero que ni me acerco a las de miedo. Con suerte cojo el teléfono pero no te acostumbres, no está en mi lista de quehaceres. Soy detallista pero paso de las fechas. Me gusta la constancia y el día a día, me importan los que están ahí, no los que van y vienen como el trigo en invierno. No sé por dónde coger(te)me. No me verás forzar las cosas, ellas salen por sí solas y si no lo hacen... tenemos un problema, Houston.
Deberías saber que vivo con dudas constantes, que soy espontánea por naturaleza y que anulo planes con la misma facilidad que los hago. C'est la vie. Admito que me quiero, pero estoy llena de inseguridades. Esa eterna pregunta de no saber si estás a la altura de alguien/algo. La sociedad ha puesto el listón tan alto que ni tirándome en paracaídas lo alcanzaría. No me gusta ir de compras, ni hablar de moda. Eso sí, entro a una papelería y me vuelvo loca. Los libros los devoro, en exceso. Tengo imaginación como para decorar un museo, pero lo de artista no va incluido en el precio. A veces me levanto deseando olvidar el sueño, otras en cambio estoy despierta esperando a que alguien me diga bajito, al oído, que todo esto no es más que un sueño. ¿Sabes que odio peinarme? Y pintarme, ni te cuento. Natural por excelencia, casi tanto como el zumo.

Ojalá pudiera pedirte que no cojas las maletas, que deshagas el equipaje y que te quedes conmigo. Que nunca te vayas. Pero las ilusiones, al contrario que las estrellas, han ido perdiendo su luz.. Somos solo destellos. No hay quien me entienda, pero a ti con suerte sí.
Busco miradas furtivas que hagan de lo cotidiano, una delicia. Soy un ave de paso que vuela sin rumbo aparente. Como (casi) todos.
Freud lo dejó bien claro: no hay ningún punto de partida si no se sabe bien a dónde ir...


[El título va por Sabina, por ser sus canciones la inspiración de mis palabras].

lunes, 14 de octubre de 2013

¿Rebobinamos?

Esta semana salió a la venta el nuevo disco de la que siempre ha sido mi banda favorita, esa que contiene mis canciones tiritas. Las que tapan mis heridas en mis peores días. Las canciones que alguna vez, años atrás, significaron algo. Esas que hacían que me pasara el día tarareándolas, escuchándolas cada vez que el mundo se me echaba encima, pero que hoy solo son trocitos de un guión que estudiamos hace algún tiempo.

Dicen que "las semanas a veces parecen años enteros" pero también ocurre al revés. Lo siento, no he podido evitarlo. He vuelto al pasado. A esos años que para mi fueron los mejores. Donde mi ingenuidad se mezclaba con la madurez de muchos y era una mezcla jodidamente perfecta. Me encantaba levantarme día tras día, y me acostaba deseando que amaneciera. ¿Sabéis a lo que me refiero, verdad? Pues eso.

Callo a mi voz interior que me dice que pare, que no está bien hurgar en el pasado, en algo que ya está muerto. Finiquitado. Vetado. Pero qué más da. Sí, fueron los años donde cometí mis mayores errores, donde me pegué mis primeros y más dolorosos golpes (y no me refiero físicamente). Donde la vida se cobro en lágrimas mis años. Donde aprendí lo que era vivir de aquí para allá, sintiendo que ningún lugar era mio del todo y que más que una niña era una marioneta a la que manejaban unos papeles firmados ante un juez. Donde me dí cuenta que la gente desaparece cuando más la necesitas. Donde conocí el significado de lo que era echar de menos. Sí, años duros pero ¿es que nadie ve nunca el vaso medio lleno? Conocí a gente maravillosa, esa familia que no conoce de ADN. Aprendí a levantarme sola por muchos rasguños que llevara en la rodilla. Dejé de mirar al suelo cabizbaja, de sentirme menos que nadie. Aprendí a quererme y a querer. A sentirme orgullosa de mi. Valoré la fuerza de las personas, gente capaz de darlo todo por alguien aunque ello conlleve quitarse de comer. El primer amor. La primera persona que te llega de verdad, que pone tu mundo patas arribas haciendo que no conozcas de días, horas, minutos... Aprendí que los pequeños detalles son los que hay que valorar, los importantes. Me enseñaron que elegir estaba en mis manos, no en las de nadie. Fije mis ideales. Descubrí que mis principios son mi religión. Y naufragué en las primeras páginas de un libro... 

Maldito tabú a recordar el pasado. No hay ningún problema en mirar atrás, en recordar personas de las que ya sólo conoces el nombre, o personas que eran y ,todavía, son importantes. Ver lo que has aprendido, mejorado, cambiado. Quitar el polvo de los libros viejos. Sacar los dedos de aquella yaga que por fin ha dejado de escocer. Reírte de ti y de lo que eras entonces, y sonreír a todo lo que en aquel entonces te lo impedía. Recordar lo que nunca sucedío sin que te afecte. 

A veces hay que poner los puntos sobre las íes. Terminar una partida que tenías empezada y que nunca llegaste a acabar... Y entonces, al fin, salir a ganar. Enhorabuena, es el principio del final.
Rebobina la cinta de tu vida las veces que quieras, sin miedo. Eso sí, sin olvidar nunca que lo importante es el presente. El pasado solo son grandes lecciones.

Yo tengo que intentar tal vez, bajar el telón... aunque sea diecisiete años después. Pero tú no te libras, ahora te toca ti.

lunes, 7 de octubre de 2013

Freedom

Hoy sin embargo no voy a escribir nada mio, lo cual no significa que no sea algo útil.
Hay personas que nacen con un don que van perfeccionando a lo largo de los años hasta convertirlo en indispensable... para el resto de mortales.
Un genio como Charles sólo podía escribir una maravilla como esta. A mi me encanta. Y creo que la primera vez que lo leí, cuando yo era un poco más bajita y tenía tantos mofletes que mi nombre era sustituido por el de globo o globito, me producía la misma sensación que ahora, cuando años atrás, vuelve a mi: una jodida gozada.
Ojalá se (re)inventaran más maravillas como esta. Ojalá.
Le cedo el turno a él, que hará que sueñes e imagines ab initio...

Confesiones

Esperando la muerte 
Como un gato
Que va a saltar sobre
La cama

Me da tanta pena
Mi mujer

Ella verá este
Cuerpo
Blanco
Rígido
Lo zarandeará una vez y luego
Quizás
Otra:
¡Hank!

Hank no
Responderá

No es mi muerte lo que
Me preocupa, es mi mujer
Que se quedará con este
Montón de
Nada

Quiero que 
Sepa
Sin embargo
Que todas las noches
Que he dormido a su lado

Incluso las discusiones
Más inútiles
Siempre fueron
Algo espléndido

Y esas difíciles 
Palabras 
Que siempre temí
Decir
Pueden decirse
Ahora:

Te amo.

C.Bukowski.

Aquí es donde la música se convierte en palabras, y al revés.
Ad impossibilia nemo tenetur quiere decir que "nadie está obligado a hacer lo imposible". Somos libres, como las palabras de Bukowski o como las de un poeta más moderno, por el cual yo siempre apuesto, como Oscar Hahn. Y a mi es a libertad a lo que me sabe este poema. La libertad absoluta como para a pesar de saber que te estás muriendo (caso del poema), ponerle tu cara más seria a la muerte, que llama impaciente a tu puerta, y sacar la joya de la corona que tienes dentro custodiada bajo llave, porque somos libres, incluso en el momento previo a la muerte.
Haz lo que quieras, sin que te impongan nada que no consideres correcto, y sé como tú quieras y te aseguro que tendrás una vida con pronóstico estable y de sobresaliente.



lunes, 30 de septiembre de 2013

Be Brightside

Créetelo eres enorme. No te compadezcas más. Nada ni nadie puede contigo. No te calles, vive. No te reprimas, disfruta, hasta quedarte sin voz a ser posible.
Sé sincero contigo mismo, aunque no lo sean contigo. Ya que dicen por ahí que la sinceridad abre muchas puertas.
Improvisa un poco, ¿Qué manía tenemos todos con planear cada jodido minuto? ¿Por qué? Deja que fluya, porque eso significará que estás haciendo lo que te apetece, sin pensar, sin darle vueltas. Le habrás echado huevos, y qué importa si sale mal.
Quizás necesitas que te coloreen la cara, que pinten un poco tu mundo, despacio, con pinceladas sueltas, ligeras. Solo hay que estirar un poquito más la comisura del labio y sonreír.
Que te den un chute de energía directo al corazón. Que tiemble el mundo con el sonido de tus latidos.
No tengas miedo a perder a nadie. Yo pienso que nadie está tan lejos de ti como tu lo permitas, aunque haga media vida que no le ves, aunque las circunstancias os impidan hablar a diario. Tú pones los kms.
Saborea cada minuto, cada pequeño regalo que la vida te da y que luego se cobra como le da la gana. Sin darte tregua.
No te pares, suma y sigue, y aunque a veces te veas en un callejón sin salida y te tambalees del miedo, piensa que lo estás haciendo bien, estás buscando algo que necesitas, guiado por un impulso que te llena de fuerza y que hace que no pienses las cosas, sino que las hagas porque en ese mismo momento lo sentiste. Y a quien le joda, pues que le joda. Es tu vida, ya basta de pensar en nadie. Quierete..
¿Cuánto hace que no piensas en ti? Lo sé, ya ni te acuerdas. Dedícate algún tiempo, dedícate la vida. A fin de cuentas, la vida son pequeñas cortinas que vamos destapando, cada una más rara y distinta que la otra. Algunas bonitas, hermosas, de telas preciosas y ricas; otras bastas, tristes, feas. Pero qué pasa, que al final siempre hay lo mismo, descorras las cortinas que descorras, el final es una pared lisa que solo tú podrás decorar dependiendo de lo que hayas vivido. Por eso disfruta, que la pared tiene que quedar bonita. No, no te asustes ahora, ya llegarás. Conforme te acerques a esa pared verás luciérnagas y ellas te guiarán. Tu sólo.. déjate llevar.
Que no te asuste el cerrar puertas, piensa que "nadie cierra nada que no se haya cerrado ya". Y tranquilo, que sé que volverá el río a su cauce, al fin y al cabo lo imprescindible siempre vuelve, por muy lejos que se haya ido o por muy negro que hayan pintado el cielo.
Esta entrada va para todos, para aquellas personas que viven por y para en vez de vivir a secas. Supongo que un dulce no le sienta mal a nadie, por muy diabético que seas. 
Y por último (que ya está bien), dejo que Murakami os dé el mejor consejo que a mi me han dado: "cada uno de nosotros sigue perdiendo algo muy preciado cuando el teléfono deja de sonar. Oportunidades importantes, posibilidades, sentimientos que no podrán recuperarse jamás. Esto es parte de lo que significa estar vivo. Pero dentro de nuestra cabeza, porque creo que es ahí donde debe estar, hay un pequeño cuarto donde vamos dejando todo esto en forma de recuerdos."
Mañana más, pero no mejor, porque es imposible. ¿O no?

lunes, 23 de septiembre de 2013

¿Ubi sunt?

Abandonado no, lo siguiente. Llevo casi un mes sin meterme aquí, sin entrar, sin abrir las ventanas para que saliera el aire (y algún que otro fantasma). Excuse moi. No voy a poner escusas, no tenía ganas de escribir. A eso le añadimos una pizca de falta de tiempo por la nueva vida universitaria, para condimentar... Et voilà. No vengo a disculparme, eso faltaba. Sólo vengo al lugar donde siempre alguien me escucha, este.
  • ¿Cuánta gente ves a tu lado?.
  • ¿Cuánta crees que jamás se irá lejos de ti?.
  • ¿Por quién matarías?.
Creo que cada uno de nosotros tiene las respuestas a estas preguntas y a muchas más, cada una más personal, más única. Esas que sólo uno mismo conoce. Que ni siquiera nuestro pepito grillo consigue descifrar. Para. Tómate tu tiempo y respira. ¿Ya? ¿Todo en orden? Très bien. He aquí el quid de la cuestión: ¿Es recíproco?.
 La mayoría de personas por las que, como vulgarmente decimos, "daríamos un riñón", no nos darían a nosotros ni el apéndice, que no sirve pa' na'. ¿Duele, eh? Así es la vida. No hay más. No están esos que son para siempre.
Esto nos hace sentirnos como si andásemos por un fino hilo e hiciésemos equilibrismo, sólo que sin tener noticias de nuestro carácter recio, ese que nos permite andar sin bajar la mirada, sin dudar, por esa cuerda endeble que se tambalea al compás de nuestros pensamientos, con vaivenes y, para que mentir, alguna que otra turbulencia.
Admítelo. Estamos solos. Tu y yo. A mi me han fallado todos, hasta yo misma. Et le pire? que no puedo hacer nada para remediarlo. Me perdí en mi universo. Es hora de ir lanzando los puntos sobre las íes, porque no existe otro final posible.
 A veces necesitas ese "algo"  que haga que no te moleste que suene el despertador por las mañanas, sino que estés deseando que lo haga. Pero cuando ese "algo" no está.. Toca echar de más y a la vez de menos. Lo siento, pero jamás voy a poder estar en calma con el mundo hasta que no consiga estarlo conmigo misma...

martes, 27 de agosto de 2013

Jaspe

La habitación estaba totalmente sumida en una luz tenue color ámbar. En ella había una paz que amansaría al mismísimo Don Quijote. Llena de largos cortinajes de seda blanca que hacían que la luz se esparciera por la habitación creando un salón diáfano, cuyo centro era una reliquia que hacía la función de cama, coronada con un dosel. Tenía todo el aspecto de cuento aquella sala.

Una vez dentro, noté un ligero aroma a vainilla y café, una mezcla que a mi me resultaba muy agradable y a decir verdad, familiar. Tarde tiempo en caer en la cuenta de que la habitación tenía unos grandes ventanales que parecían dar entrada a un amplio balcón. Cuando me disponía a atravesar aquellas puertas empezaron a temblarme las piernas, de repente no sabía cómo, ni cuándo había llegado allí, ni siquiera sabía que me disponía a hacer en aquel momento. Jamás me había sentido tan perdida, era como si hubiera olvidado quién era, como si todo me resultara desconocido.

Tuve que sentarme en la cama, que a decir verdad, era bastante cómoda. Una vez me tranquilicé, necesité tomar aire, respirar y continuar, así que me adentre en aquel balcón. Al salir, el aroma a vainilla y café era cada vez más intenso, parecía que tuviera la mezcla en mis labios. Podía sentirla si me los lamía. Así que decidí ver hasta donde llegaba. Qué era aquella olor tan maravillosa.
El balcón era un patio enorme lleno de plantas y flores que, a pesar de estar en invierno, brillaban como si estuviéramos en primavera. La temperatura era cálida y transmitía esa sensación de estar envuelta entre el edredón en la noche más fría del año. Puro placer.

Seguí por aquel balcón empedrado que parecía que tenía su final en el infinito.

Desapareció por completo aquel temblor en las piernas pero entonces lo noté. Aquel mariposeo en el estómago, esa sensación que me había llevado a más de una tortura, por elegir mal, por dejarme llevar. Me aterroricé. Pero decidí continuar la marcha. No conseguía vislumbrar que había al final de aquel extraño balcón, y había algo, porque su sombra era cada vez más nítida pero el sol me impedía ver con claridad. Acabé por marearme y caer al suelo, como si fuera una pluma frágil y delicada. Tal cual. Y entonces la vi. Abrí los ojos y allí estaba, era yo. Iba vestida de princesa, pero no de una de esas repipis de los cuentos de Walt disney, iba vestida con un pijama y totalmente despeinada. Con el pijama que usaba de pequeña, ese que me requeteencantaba. Mi padre solía decir que parecía una princesa, su princesa, mientras agitaba su taza del desayuno colmada de café y con unas gotas de vainilla. Le fascinaba aquella bebida. Recuerdo el momento a la perfección.Y entonces lo comprendí. Era la historia que siempre me contaban de pequeña, aquel cuento que te hacía quedarte con los ojos abiertos como amatistas. Que te hacía sentir verdaderamente una princesa. Tras el sofoco me levanté y le hablé a quien parecía ser yo pero, seamos sinceros, más bella y perfecta. Se hacía llamar la princesa Jaspe. Nombre de diamante. Vaya.  Intenté preguntarle más pero no pude.

Me desperté en mi cama, había sido un sueño, pero cuando me levanté para echarme agua a la cara, del bolsillo del pijama descendió una piedra preciosa. ¿Podéis imaginaros cual era, verdad? La respuesta, en el título.

domingo, 11 de agosto de 2013

"Pequeña de las dudas infinitas"

Al finalizar el curso todo el mundo se dedicó a decirme "aprovecha este verano que es el verano de tu vida" pues bien, el que haya escrito tan poco en este blog corrobora que me he tomado esas palabras al pie de la letra. A rajatabla. He estado de aquí para allá, hoy lluvia mañana sol, ayer piscina pasado playa, un no parar. Un ritmo frenético que en cualquier otra época del año molestaría a cualquiera, te haría sentirte cansado, sin fuerzas, sin ganas y deseando llegar a casa para reencontrarte con tu amada e incondicional cama pero eso no pasa en verano, durante el estío nos dedicamos a vivir el tiempo como si cada milésima de segundo fuera única y no fuéramos a tener más, por ello nuestras camas están más vacías que nunca, o más llenas, según se mire,  pero esa es otra historia.
  
Durante el día todo es maravilloso, un paraíso imperturbable que compartimos con quienes nos place en cada ocasión pero para mi, personalmente, las noches de verano son lo mejor y lo peor a la vez, palabras diametralmente opuestas que van ligadas del brazo. Noches de calor e insomnio. Lo cual para alguien como yo, que le da más vueltas de las que debería a las cosas y que ganaría el premio revelación del año a la persona más rayada del mediterráneo, no es muy agradable. Durante semanas no he sabido qué quería, ni por donde coger el mango de la sartén, ni siquiera quienes estaban a mi lado.. Dudas, infinitas. Soy miedosa, asustadiza, débil y fuerte a la vez, pero indecisa a más no poder. Y me está pasando factura. O mejor dicho, me estaba. Siempre he defendido el hablar como medio supremo para arreglar el mundo, y cada día me doy cuenta de que no me equivocaba. A veces solo hace falta sentarse, respirar hondo, y hablar, y soltar como si fueran carcajadas todo lo que llevamos dentro para darnos cuenta de que nada es tan difícil como lo hacemos nosotros mismos y para reconocer que actores no somos, pero que el drama se nos da a la perfección incluso fuera de una función.

Mi gran fiel amigo Murakami siempre dice que "cuando uno se acostumbra a no conseguir nunca lo que desea, ¿Sabes qué pasa? Que acaba por no saber incluso lo que quiere." No he escrito esto porque haya llegado a una conclusión o sacado una moraleja de todo esto, llevo días demasiado ocupada buscándome a mi como para ponerme a otra cosa pero cuando la encuentre os la diré.

viernes, 21 de junio de 2013

Tiempo de bochorno

22 de Junio, 2:14 de la madrugada, start the game. Mis ojos están tan abiertos como los comercios a las 9 de la mañana. ¿Ganas de dormir? No las encuentro. Mi cabeza ya no piensa. Ya no pone en marcha la batidora de ideas que ocupan mi mente. Por fin, tras mucho tiempo, descansa. Lo hace como nunca lo ha hecho. Desconectando de lo que ocurre fuera, prestando atención a lo que hay dentro, a lo que importa. Dicen que tras la tormenta tiene lugar la calma... Creo que por primera vez en mucho tiempo éste dicho cobra vida en mi. Hoy comienza el verano, y con él muchas risas, calor, buena compañía, aventuras, películas, libros, descontrol, fiestas, alcohol, siestas, campamentos, desayunos que se convierten en comidas... vamos, eso que muchos llaman vie cool.

 Dicen que la magia llega en verano, cuando el sol se expande por el cielo ocupando el día en su totalidad, cuando el tiempo ya no se mide en horas sino que ahora está en la lista de los más escuchados "dispongo de todo mi tiempo para ti", cuando todo aquello que pensabas y maldecías ya que creías que seria imposible cumplir/hacer entonces va y ocurre, sin avisar. Tiempo de reencuentros y de bonitas casualidades. Un segundo. Seamos sinceros, yo soy más de invierno. No tolero muy bien el calor y me da repelús la playa, pero dame una piscina, una hamaca, un buen libro y sol en cantidades industriales, y me casaré contigo. A pesar de todo lo anteriormente dicho, me encanta el verano. Sobre todo por una razón, puedo dedicarle el tiempo que se merece a cada cosa, cada persona, cada momento sin mirar el reloj ni preocuparme por mis quehaceres. Y para más inri, llegan a tu vida nuevas personas. Gente que a pesar de solamente pasar con ellas una semana al año, insuficiente por todos lados, me conocen más que muchas que veo a diario. Pero agradezco esto, posiblemente si me vieran a diario pasarían del amor al odio instantáneamente, como el chocolate paladín a la taza un minuto. Más vale poco e intenso que mucho y fastidioso.

Este verano va a ser distinto. Es mi verano y el de muchos que como yo dejan atrás una etapa, buena, por supuesto,  pero que pide una reforma express a gritos. Pienso sumergir mis pies en el agua hasta que la piel cree una sucesión de arrugas digna de los perros Shar pei, y entonces, y sólo entonces, seré capaz de alcanzar uno de los tantos cielos que engendran los distintos tipos de religiones. El estío es verde esperanza, así que para todo aquel que haya olvidado eso de que los sueños acaban cumpliéndose recordad qué como mi querido Murakami dice "las buenas noticias, en la mayoría de los casos, se dan en voz baja" y poquito a poco, como las tortugas, que avanzan sin prisa, sin preocuparse de si van a ser alcanzadas por la famosa liebre del cuento.

domingo, 16 de junio de 2013

Oxímoron

Oxímoron. Bien. Me gusta esta palabra. Y esa es la razón para usarla en esta entrada. Y de ahí que la inicie también con ella.

Diferencias. Similitudes. Comparaciones. Creo que a todo ser humano que se precie de este planeta alguna vez en su vida se le han pasado estos conceptos por la mente, y probablemente para indicar un contraste con alguien o para contrastar algo. Yo tiro la primera piedra, pues innumerables veces he balanceado de un lado a otro de mi cabeza estas ideas. Nuestra psique nos hace ser de una manera, u otra, eso se empeñan en hacernos creer muchos filósofos. Cada uno de nosotros es distinto, ya que la madre que nos parió no es la misma, en el caso de que sí lo fuera tendríamos algún lazo familiar. Hay gente que se empeña en seguir a alguien, en imitarlo, en intentar superarlo, alcanzarlo. Admiran tanto a alguien que lo imitan hasta la saciedad. Pues yo no apoyo esto. No voy a mentir y a decir que nunca me he fijado en alguien porque mentiría, pero jamás, y eso está en la línea de inicio de mis principios, imitaré a alguien. Es que ni planteármelo. Cada cual tiene una manera de ser, sí, eso a lo que hoy en día se le llama "carácter". Eso nos distingue y nos define. Es nuestro signo de identidad. Como el logotipo de nuestra marca favorita de patatis. Igual.

Creo que intentar ser como alguien no es algo bueno pero eso, desgraciadamente, es culpa de los valores que hemos ido adquiriendo por el camino. Pues maldita gracia. Aquí es donde cobra función el título, ya que somos perfectamente imperfectos. Ahí es donde está nuestra esencia. Ser "raro" no es un problema, ni mucho menos. Es tener unos principios y no barrerlos con la primera escoba que te encuentras en la calle. Tus rarezas son eso que a muchos les encanta de ti y te sueltan la típica frase que todos conocemos de "eres la primera persona que conozco que.." pero no todo es color aguamarina. Nanai. También es lo que la mayoría de la gente detesta de ti e intentaría cambiar si pudiese. Que se le va a hacer.

Soy partidaria de seguir mis valores y no dejarme influir por una sociedad cambiante, llena de publicidad y medios de comunicación que hace que desees con más ganas que nunca  ser poseedor de algo, pero también admito que he caído varias veces. Mea culpa. Frente a todo, soy así. Con todo este rollazo sólo quería dejar ver a todas esas personas que alguna vez han sido tachadas de raras o que ellas mismas se sienten así, que "no hay belleza perfecta que no tenga rareza en sus proporciones". Qué razón tenía Sir Francis Bacon con esta frase.

jueves, 13 de junio de 2013

Metamorfosis

Ante todo decir que a mi todo esto de escribir me pilla de cero. Pero considero que no hay mejor forma de comenzar una etapa nueva y cerrar otra que con un sitio donde poder dejar constancia de ti, y donde marques tu huella  en el mundo tan fuerte y con  tanta presión que hasta tu te lo creas. Cómo si pulsaras con rabia e intensidad las teclas de un teclado. Al igual que las plantas realizan la fotosíntesis, proceso por el cual transforman la materia inorgánica en materia orgánica gracias a luz, según wikipedia, yo estoy sufriendo una metamorfosis al igual que muchos anfibios, mariposas y demás seres. Es decir, estoy mudando la piel. Sacando la ropa de invierno del armario y metiendo en su lugar la de verano. Cambiando el azul intenso por un amarillo ácido, como el de Van Gogh.

 Llevo un año en el que no he podido asimilar absolutamente nada de lo que ocurría a mi alrededor. Simplemente me dedicaba a caminar cada día en el mismo sentido, a asentir con la cabeza y a intentar pasar el menor dolor posible. Pensando, siempre, que todos los días de mi vida serian así, que nada sufriría su proceso de metamorfosis, ni tan siquiera yo. Ha sido todo tan bonito, y tan complicado a la vez. Las personas que sentimos demasiado, que vivimos la vida de forma tan pasional que a veces hasta nos critican por ello, tememos los cambios. ¿Por qué? Buena pregunta. No lo sé. Es algo que llevo preguntándome siempre. Pero la única respuesta que hay es: me aterran los cambios.

Aún no he asimilado que todo ha acabado. Que ya soy, uy cómo suena la palabra, pre-universitaria y que empieza, para bien o para mal, una nueva época LLENA (sí, en mayúsculas) de cambios. ¿Miedo? pues sí. Pero ni mucho menos por el que vendrá, que seguro que es algo bueno, sino por dejar atrás algo que forma parte de mi. Es como quitarle a un hueso los ligamentos que lo unen con el resto. Pues lo notas.

No sé muy bien porqué escribo esto, pero sólo espero, y anhelo, que lo que me espera siempre sea para mejor y que a la vez lo vivido no permanezca en el olvido.