Esta es mi historia,
pero podría ser la tuya.

martes, 9 de diciembre de 2014

Ley de (v)ida.

Últimamente ella no podía dormir,
cada vez que estaba a punto de entrar en el mundo de Morfeo, 
sonaba esa estúpida canción en su cabeza.
Estúpida pero bonita.
Estúpida pero su preferida.
Ella hacía como que no se acordaba de él.
Veía pasar los días, y veía como él pasaba lejos de sus días.
Diciembre le toca la puerta, y la nostalgia.
Ella pensaba que él le salvaría del mundo, que se salvarían juntos.
Pero había aprendido, tarde, que dos rotos no pueden salvarse de nada sin acabar rompiendo algo.
Aprendió que sístole y diástole no pueden vivir separados,
pero que tampoco al mismo tiempo.
Eran dos personas tristes intentando crear un final feliz. 
Y ahora, ya hace frío. Y los días cada vez son más grises, más largos.
Y ella ahora mira la vida como a quien le han hecho daño,
como a quien lo ha dado todo y le han dejado sin nada. 
Ya no es el insomnio de nadie, pero tampoco busca serlo.
Ella era mitad de algo que ahora es nada. 
Por favor, que alguien le de libertad condicional a su corazón.
Y es que siente que nadie le necesita,
a veces ni ella misma. 
Y eso es la mayor perdición de todas.
Y es que su vida parece estar patas arriba.
Cree saber que quiere,
y al segundo, cree no saber nada.
Pero no es la única,
el mundo también está perdido. 
Hay crisis y guerras y tormentas llenas de promesas que la gente ha ido no cumpliendo. 
Y luego nos quejamos. Y queremos arreglarlo todo en Diciembre.
Porque sí, la época es bonita y todos necesitamos el calor de alguien.
Pero alguien no puede pretender ser calor solo una vez al año.
Es que hasta su cepillo de dientes necesitaba compañía.
Sus labios besan con urgencia,
urgencia de primavera en Diciembre.
Y es que si la dejaran le llenaría el móvil de llamadas,
y de mensajes de auxilio.
Y así era todo hasta que le vio.
Entonces, y solo entonces, se dio cuenta que hay sentimientos, situaciones y momentos que cambian.
Que no puedes pretender que sea lo mismo, cuando nunca habéis sido iguales. 
Que ya no hay pros ni contras, ya no hay nada.
Que el tiempo ha pasado y con él los sentimientos.
Y el problema es que nunca se está preparado para despedirse.
Que sí, que dicen que crecer es aprender a despedirse, 
pero crecer solo significa afrontar mejor las despedidas.
Y eso le pasaba a ella.
Ella no podía despedirse de alguien que quería sin lágrimas en los ojos.
Ella se despidió como hacemos muchos de nosotros,
pensando que volvería a encontrarse a esa persona cualquier día, 
en cualquier lugar y a cualquier hora.
Y vivía con el miedo de saber que con las despedidas, 
vienen los olvidos. Y es que ella no quería que la terminaran olvidando. 
Y entonces comprendió que lo suyo no había sido una despedida.
Él se fue sin avisar.
Decidió desaparecer. 
Ella se llamaba Paciencia, 
y no sabéis cuánta tenía.
Y no sabéis la que a mi me falta.
















jueves, 30 de octubre de 2014

Déjame que (te) cuente

la historia de esas personas empeñadas en volver.
En volver a algo, o alguien.
En volver a un pasado cada vez más lejano pero más presente. 
Son personas que necesitan recuperar su salvavidas,
aquella persona en la que se refugiaban del frío de la vida. 
Y ahora, no deja de entrar el puto frío.
Tratan de explicarse cómo alguien que les ha querido tanto puede dejar de hacerlo. Y sobre todo, 
cómo puede hacerlo sin que parezca que le importas mientras tú estás ahí, sintiendo un dolor metástasis.
Y el problema es que esas personas, se han perdido.
Y tratan de encontrarse a ellas mismas en alguien.
Porque todo cambia, pero para ti no cambia nada.
Y pasan cosas pero en realidad, no pasa nada. 
Que yo también he estado en ese lado,
que yo también he echado de menos como si de respirar se tratase.
Que yo también he colgado el cartel de aforo completo,
de entradas agotadas y de nadies más. 
Que yo también he recordado y deseado volver atrás.
Que a mi también me han partido la sonrisa, y el corazón.
Que sé lo que es tener a alguien ahí, 
alguien que hace y consigue que sonrías sin ningún porqué.
Y no hablo de amor, hablo de personas,
que es mucho más importante.
Personas que de repente un día, se lo llevan todo, y a todos, salvo a ti.
Hablo de sentirse decepcionado, de ver que alguien ya no está, que pierde fuerza y ganas. Y en cambio, tú sí, tú estás ahí luchando cuando la guerra ya está perdida y amañada. 
Que sé lo que es desconfiar de la vida.
Que yo también abrí un día mi corazón a todos los públicos
y he decidido no volver a hacerlo.
Qué vais a contarle a alguien que ya no escribe, 
o al menos, que ya no escribe sobre las mismas personas.
El problema, 
es que en vez de personas,
casi siempre,
encontramos gente

A veces toca ordenar
y no solo tu cuarto.
Hablo de ordenar tu vida. 
Tu cabeza.
Hablo de quitar esa sonrisa de actriz profesional y sacar la de todos los días del año.
Sé que las noches son duras, 
pero siempre habrá alguien despierto.
Sal a bailar aunque no sea con los mismos zapatos ni con la misma canción.
Pero sí con las mismas ganas, o incluso más. 

martes, 2 de septiembre de 2014

Reconstruyámonos,

volvamos a nuestro equilibrio.

Ella solía odiar a los que odian y en cambio, ha comenzado a odiarse a sí misma.
Se mira en el espejo y lo único que desea es que estalle en mil pedazos, que se distorsione la imagen, que desaparezca.
Se ha convertido en una niña de porcelana,  frágil y apagada, a la que ya no le quedan más vidas.
Ha caído en las garras de una sociedad de mierda que le ha hecho creer que solo va a ser preciosa si tiene un cuerpo de revista o si desfila encima de una pasarela.
Para ella no hay mayor desastre que su cuerpo, ni guerra mayor que la que lucha cada día.
Apenas come y le tiemblan los huesos, y digo huesos porque es en lo que se ha convertido.
Ella se mira a sí misma y siente vértigo. Siente que le fallan las piernas, que no puede más. 
El corazón se le encoge y el aire empieza a parecerle escaso.
Ya no tiene ganas de salir, y por no salir no sale ni de la tristeza. 
Está cayendo como esa ceniza que cae al suelo, inapreciable pero existente. 
Se está dejando consumir, como las calles se dejan consumir por la nieve en invierno.
Ya no cree en nadie, sólo en las mentiras que su cabeza le ha hecho creer día tras día.
Nadie la entiende, y lo está perdiendo todo excepto el miedo.
Y es que sus ojos han perdido toda la vida que tenían, y su sonrisa se ha convertido en un telón que intenta ocultar el precipicio por el que está cayendo.
Y es que ella solo necesita sentir que es el poema de alguien.
Ella lo único que quiere es que alguien muera por sus huesos.

Querida sociedad creadora de estereotipos de mierda,
ahí fuera hay un montón de personas que son flores marchitándose día tras día. Personas que sienten que son las ruinas del mundo y que están a punto de tocar fondo.
Sois el detonador que derrumba el edificio, pero en este caso, derrumbáis personas, vidas.
Se nos está olvidando que no por tener un cuerpo de escándalo ni por vestir con lo último somos mejores. 
Deberíamos empezar a recordar que las personas más bonitas son esas que salvan vidas sin saberlo, esas que son primavera todo el año, esas que transmiten alegría y que tienen tanta luz dentro que ya podría acabarse la energía en el mundo que seguirían iluminando a quiénes tienen alrededor.
Para todas esas personas a las que ya no les sale la voz pero que tienen un grito atrapado en la garganta,
si nuestra sonrisa depende de lo que piensen los demás, jamás sonreiremos. Huye de quien te diga cómo vivir, porque nadie sabe cómo hacerlo.
Y es que de maniquís y de muñecas bonitas están las tiendas llenas pero de gente real, de gente de verdad, el mundo está escaso.
No permitas que te etiqueten con tallas demasiado grandes o demasiado pequeñas, porque la única etiqueta que tienes que llevar siempre puesta
es tu sonrisa.

lunes, 4 de agosto de 2014

He vuelto,

igual que ha vuelto el verano y su alegría.

Han pasado muchos meses desde la última vez que escribí aquí. 
Y han pasado muchas cosas desde aquella vez.
Ya no escribo por ni para los mismos.
Quizás me he empeñado en no dejar irse a quien ya hace tiempo que se fue.
He intentado hacer las cosas bien durante mucho tiempo.
Contentar a todo el mundo y guardar para mi las sobras.
Pero al final te das cuenta de que por una vez te apetece ganar,
sí, 
sentirte llena, viva. Aunque eso conlleve arrasar con quienes formaban tu rutina, tus costumbres. 
Os aseguro que si conseguís estar bien, nunca tendréis a todo el mundo a vuestro lado, pero mantendréis a aquellas personas que de verdad están por vosotros. 
No soy tan gran persona como mucha gente esperaba, y mi inocencia muchas veces se ha convertido en la peor de mis armas. 
Sé nadar pero me agobio. Y es verdad, soy más de hundirme que de salir a flote pero aún así consigo no tocar fondo. 
Es cierto que a veces me equivoco y no sé qué tiempo verbal usar. Que echo de menos muchas cosas pero que he ganado más cosas de las que he perdido. 
Y también sé que mucha gente se ha llevado un chasco conmigo. C'est la vie mes amis.. 
Tengo tantos recuerdos como madrugadas, pero las madrugadas seguirán acompañándome toda la vida. En cambio, recuerdos solo permanecerán algunos. Otros se irán con las estaciones del año.
Durante mucho tiempo, escribir ha sido lo único bonito que me quedaba. O eso pensaba. Porque mi vida siempre ha estado llena de gente que son diamantes, y ¿qué hay más bonito que eso?
He vuelto a escribir porque el verano está pasando rápido y no quiero perderme nada.
He vuelto a escribir por vosotros, por vosotras.
Por Sara, por mi hermana, por nuestros días juntas. Porque son, como ella dijo una vez, "agua de vida".
También por Marta, porque lleva tantos años a mi lado que forma parte de esa familia que uno elige.
No puedo olvidarme de Ana, mi pequeña reina. Tú Murcia y yo Alicante, y esa jodida distancia que hace que solo pueda disfrutarte a tope en vacaciones. Pero me sobra y me basta para no olvidarme de tu sonrisa y de lo bien que lo pasamos juntas.
Mi Merchus y su risa constante. Juro no conocer a nadie que le dedique tantas sonrisas al mundo, y es que deberían hasta pagarle por iluminar el cielo con ella.
Julia y su locura. Julia y sus enfados tontos, pero al fin y al cabo mi Julila pilila. La que tantos momentos me ha dado y todos buenos.
Anelia y nuestra "amistad de verano" los 365 días del año. Hemos pasado más cosas juntas de las que nos acordamos, pero tranquila que seguiremos echando recuerdos a la maleta.
Valery, la tía más perra que conozco pero que cuando quiere se come la pista de baile (y la pantalla del móvil) si hace falta. Te echamos de menos, y estés en Alicante o en Perú, nosotras estaremos contigo.
Eh eh, que sigo.
Mary, mi "Mari Carmen", porque has estado ahí siempre pero quizás te hemos descubierto tarde o pronto, según se mire, porque son muchos los años que nos quedan juntas. ¡Vivan las lolis rubias!
También brindo por mis hermanitas mayores, mi cruz y luz particular, digo... mi Cristi y Luz. Los años a vuestro lado han pasado tan rápido como la espuma al descorchar el champán. Y quizás sea porque seáis como el champán en una fiesta, como las tartas en un cumpleaños. Estáis en los momentos necesarios.
No olvido a Lorena y a Miriam, las cuales por muchos malos momentos y muchos baches juntas aquí siguen. Y las cuales se han pasado el año diciéndome que me echaban de menos cuando mucha gente ni se acordaba de mi. Podemos tener mil peleas que yo seguiré haciendo la tonta a vuestro lado y haciéndoos preguntas tontas. Ya sabéis eso de "only you". 
Ay Fab, que lejitos te tengo todo el año y con qué ganas te pillo. Necesito tu alegría hermana. Y ojalá mucha gente se diera cuenta de lo grande que eres también por dentro.
Lau y su ternura, vuelve de Canarias reina mia.
Ele, Marylin, Martina, Sarina pinina, Widad, Ana, Yaiza, mis joyas de Alicante. Las que han hecho que en un año haya encontrado a gente tan jodidamente igual a mi. Tan necesaria.
Mi Negra, mi lady madrid. Las vea más o menos llevan tanta vida conmigo que mi cabeza las nombra sin querer queriendo. Porque son casa para mi.
Mención especial a quien trae la calma después de cada tormenta,
a quien lleva un año regalándome la vida, y a quien pienso seguir comiéndome a versos muchos años más.
Hablo de él, de quien ha conseguido enamorar a la bestia, y mira que muchos lo han intentado... 
Sé que hay mucha gente más a mi lado a la que no he mencionado, pero está siendo un verano duro y ellos son quienes día tras día alejan más el invierno y su frío de mi. Porque tiran de mí hacía arriba cuando todo está en ruinas. 
No pienso soltaros nunca. Y por desgracia, tampoco voy a dejar que os soltéis. 
La magia lleva vuestras iniciales. Y la de mi luchadora-heroína particular, que disfrutará el verano cuando ya haya acabado pero estará bien y el resto, ya no importa. Me llevas de cabeza Paqui, pero aún así te quiero.

Ojalá no perdáis a tanta gente como yo he perdido en un año, pero ojalá ganéis a tanta que no echéis en falta a nadie más. Porque donde caben dos caben tres, pero a veces estás tan a gusto que no necesitas meter a nadie más. 


jueves, 15 de mayo de 2014

Llámalo insomnio

Somos muy complicados,
o mejor dicho,
somos muy de cagarla.
Tanto que nos marchamos cuando nos piden que nos quedemos 
y,
nos quedamos cuando debemos irnos.
Tardamos dos minutos en hacernos miles de promesas que no cumpliremos.
Ponemos la mano en el fuego por alguien. Y acabamos con la mano y la vida, ardiendo.
Nos callamos las cosas pensando y deseando que el silencio hable por nosotros, 
y acabamos llenos,
de cicatrices. 
Tenemos el defecto de saber de todo pero de no saber cómo olvidar.
Perdidos,
tanto que hay gente que se empeña en buscar sin parar a alguien por quien jugarse la vida, 
alguien por quien matar.
Sin saber que el secreto
está en dejar de buscar.
Hay que dejar de desear una vida como la de Hollywood. Y empezar a vivir.
Estrés andante es lo que somos. Personas que van con urgencia a todas partes,
pisando con prisa el suelo inestable.
Somos salidas de emergencia que, 
lamentablemente,
no llevan a ninguna parte.
Estamos hechos de despedidas.
De llegar siempre tarde.
De esperar un poco más... "por si acaso". 
Abrid los ojos, maldita sea
Es simple.
Se trata de aprender a ser felices 
y dejar de lado nuestra desesperación por no estar solos.
Que de tropiezos la vida está llena,
pero eso no significa que no podamos iniciar la marcha.
Tenemos que marcharnos y volver las veces que haga falta,
pero no ir a ninguna parte. 
Leí por ahí que las personas son como los libros. 
Hay libros aburridos, libros para leer solo una vez y,
finalmente,
libros a los que siempre vas a volver. 
Lo que quiero decir con esto es que dejéis el maldito miedo a un lado, 
que qué más dará todo si al final la vida pasará sin esperarnos.
Que no os arrepintáis que, aunque perder acabamos perdiendo todos, de vez en cuando,
existe la posibilidad de ganar.
Dejad de buscar a alguien que os quiera cuando ni siquiera habéis empezado a quereros vosotros.
No temáis a los cambios, y no penséis que van relacionados con el verbo "sustituir".
Y no olvidéis que,
por muy jodido e incendiado que esté el mundo,
siempre habrá alguien que se detendrá a escucharnos.

miércoles, 23 de abril de 2014

Leer (te)

Debería haber parado antes.
Ni siquiera sé porqué seguí aún sabiendo lo desmontada que estaba quedando mi vida con cada párrafo que leía. 
Avanzaba tan rápido como la espuma al descorchar el champán en una fiesta.
A borbotones. 
Me repetía que hacía lo correcto. Pensaba,
"no va a dolerme,
esta vez no." 
Pero entonces, 
cambia todo y no puedo evitar continuar.
La curiosidad mató al gato, pero también nos mató a nosotros.
A veces no es sano prestarle más atención a unas hojas de papel que a uno mismo pero qué sé yo de lo que es sano si pierdo la cabeza e incluso la conciencia por un libro. 
Así que perdóname,
por devorarte.
Por vestir mis dedos de flechas
y clavartelas dentro como si tuviera el poder de Cupido. 
Por no conseguir que fuera suficiente
y querer más y más. 
Por odiarte
cada vez que no podía despegar mis ojos de ti. 
Por quedarme dormida
contigo aún en mis manos. 
Por olerte 
una y mil veces.
Pero tranquilo,
que yo te perdonaré a ti, 
por todos los vuelcos que le has causado a mi corazón.
Por todos los finales inesperados.
Por las ojeras.
Por crear mi insomnio.
Por volverme adicta a ti.
Qué razón llevaba Marwan cuando dijo que escribir es un modo de poner en orden los sentimientos, aunque ponerlos en orden no significa que no duelan.
He sentido mil cosas a lo largo de mi corta vida.
Pero nadie ni nada me ha hecho sentirme tan viva como las páginas de una jodida obra.
Resultará absurdo que en vez de escribir acerca de alguien escriba sobre un libro,
pero qué le voy a hacer si solo me he enamorado una vez, 
y ha sido de la lectura. 

jueves, 20 de marzo de 2014

Me gustaría...

que todos los días fueran día mundial de la felicidad. 
Y que todos colaboráramos en ello.


Si bien es cierto que mucha gente debería venir con un manual bajo el brazo, también deberían enseñarnos cómo ser felices porque parece que no acabamos de entenderlo. 
Os hablo de la búsqueda constante de ella. 
Nos pasamos la vida deseando y queriendo tener algo. Más tarde, tratamos de conseguirlo, a veces con un buen resultado. Pero, si el paso anterior fracasa, toca entender que no todo se puede ni se necesita y toca tirar de olvido.
Por todo esto la gente acaba volviéndose cada vez más hermética. Intentamos protegernos de esas cicatrices tan feas que acaban marcándonos el alma. Porque, a pesar de tener amigos que tratan de ayudarnos a cicatrizar más rápido y que nos levantan las comisuras de los labios tras cada caída, nos empeñamos en ser auténticas armas de defensa. Y joder, así no se puede vivir. 
Acabamos siendo espectadores de una obra que nadie ve, que todo el mundo intenta ignorar. Porque al final cada uno barre para su casa y tira el polvo en la del otro. Porque ya tenemos muchos problemas como para añadirnos los del vecino.
Maldito egoísmo el nuestro... 
Deberíamos hacerle frente a todas las pesadillas que nos quitan el sueño. Porque hay insomnios provocados por sonrisas pero también hay insomnios que las acaban desgastando
y que causan ojeras crónicas. 
Nos empeñamos en echar de menos y en mantener algo que ya se ha ido. Perder a alguien duele, pero qué hay de la esperanza de que ese alguien brille con tanta fuerza que vuelva a cegar a alguien, aunque ese alguien no seamos nosotros. No podemos echar raíces entre las ruinas donde todo el mundo acaba perdiéndose y donde la soledad es la única que te encuentra. Porque todavía quedan pilares que sobreviven al fuego y nos mantienen vivos.
Que no vale poner la sonrisa en modo automático cuando realmente por dentro no nos quedan razones para ponerla en marcha. 
Tenemos que aprender a no callarnos nada, a soltar todo lo que nos araña por dentro pidiéndonos auxilio. Porque que tenemos miedo es una verdad que va apagando nuestra sonrisa. Pero que podemos vencer al miedo es una verdad aún más grande. 
Hemos ido aprendiendo que los problemas no se arreglan con una varita mágica, aunque eso se empeñe en hacernos creer Disney. También hemos aprendido que no hay montaña, monstruo, ni enemigo más grande que nosotros mismos. Y que hay sueños que no se cumplen por más que le echemos ganas. 
Y joder,
yo pensaba que cerrando los ojos y apretándolos fuerte se irían las pesadillas pero ni así.
Que estamos hartos de intentar comprar la felicidad, de buscarla como locos y pensar que la tenemos. 
Ilusos, y yo la primera.
Yo no sé muy bien qué es la felicidad ni cómo afrontar bien la vida. Pero también os digo que ya habrá tiempo de preocuparse por eso. Porque las cosas acaban viniendo solas, y si una cosa he aprendido es que la felicidad, al igual que lo demás, no se busca. Aparece. Te encuentra.
Que no entiende de años, y sino que se lo digan a los niños. Y que se quede para siempre o por el contrario, sea efímera, depende de ti.
Así que ahora dime,
dónde te metes Felicidad,
porque parece que no me encuentras y ando un poco perdida. Como todos. 

martes, 25 de febrero de 2014

[Inserte nombre aquí]

Ella. Ella era tan dulce que no necesitaba azúcar en el café, ni ella ni quienes estaban a su alrededor. 
Os estaréis imaginando a un pedazo de pibón pero, he de decir que no era la más guapa ni tenía un cuerpo modelo. Medía metro sesenta, y mucho más de corazón. Y ya ni os cuento cuánto de sonrisa. Mirarla era como entrar en una sesión de hipnosis. Era una droga, pero de las buenas. De esas que hace que te quedes dormido hasta tarde solo por oírla hablar. Ella siempre esperaba el momento adecuado y no se andaba con prisas. También era de esas que inspiran a la gente. Ella podría ser perfectamente una musa, inspiradora de poesías.
Para que os hagáis una idea, ella era la típica maravilla que cuando te veía mal te decía: "eh, oye, que el mundo necesita que le iluminen así que sonríe(me)" y yo, como comprenderéis, perdía la puta cabeza al oírla.
Tenía las piernas más suaves que había acariciado jamás, las cuales me habían permitido alcanzar más de cien veces el cielo como si de una lanzadera se tratasen.
Resultaba imposible enfadarse con ella pues era la cara más bonita de Barcelona, Madrid y de todas las capitales de este jodido mundo. 
A su lado los problemas parecían estar a mil millones de años luz, y posiblemente así era, pues ella y sus caderas eran mi único problema. El más bonito y jodido de todos. El poema más fácil de escribir y el más difícil de recitar. 
Me hubiera gustado hospedarme en su cuerpo para siempre. Ella era calor, hogar, casa. Las tres palabras que más me gustaban y me gustan, las que más necesitaba y las que más echo de menos. 
Llegaba tarde casi siempre y a mi parecer se iba demasiado temprano. Pero quién era yo para reprocharle que lo hiciera, si enloquecía cada vez que veía como meneaba las caderas al andar.
Con ella el tiempo no entendía de manecillas, más bien era como un coche a 200km/h y sin frenos. Cómo me subía la adrenalina a su lado, joder. 
Su cara, como diría Leiva, estaba llena de pecas de panecillo integral que formaban mi constelación favorita, esa que me hubiera quedado mil y una noches mirando. 
Fumaba poco pero me encantaba ver cómo aspiraba el humo y la manera en la que lo soltaba. Ver cómo sus labios presionaban fuerte el cigarro, eso, era magia. Y eso que yo odio el tabaco.
Pero ya os digo que no la conocéis, que no entenderíais porqué perdería mi vida por seguir viéndola moverse por las calles de Barcelona. 
Me perdía con ella. Me la imaginaba (des)haciéndome el amor, tan suave, tan pasional, tan ligera como una pluma a punto de rozar el suelo. 
Yo no sé qué hostias hacía pero era increíble.
Ella arreglaba inviernos descalza, ya que era de esas princesas que no llevan tacones.
Por desgracia aprendemos a ser fuertes antes de tiempo.
Ella pasó rápido, y ya sabéis eso de que lo bueno si breve dos veces bueno. Minúscula partícula perfecta. Efímero amanecer de invierno. Así era ella.
Jamás me acostumbraba a estar a su lado, cada día, en cada estación, seguía pellizcándome por si era un sueño. No exagero, diríais lo mismo de conocerla.
Por eso os escribo. Para hablarle al mundo de su octava maravilla pero ni la poesía es suficiente para hablar de ella.
Hoy, sigo soñando con ella a pesar de dormir en ciudades y camas distintas.
Y la quiero sin apenas haberla rozado.
Me encantaría hablaros de ella y de lo que sucedió, pero hablar de lo que no sucedió es hablar de nada. Porque ella, eres tú. La que está leyendo esto y se ha imaginado siendo "ella". Pero, "ella" también es esa chica en la que muchos pensaron al leer esto.
Ella es esa chica que a todas nos gustaría ser y la que todos les gustaría tener.


martes, 11 de febrero de 2014

Cosas que no pude decir(te)

Hoy he salido a la calle y he vuelto a ver cómo se ondeaba esa bandera que tanto me gustaba.
La he visto moverse delante de mi de una manera tan perfecta que, ni siquiera he podido articular palabra.
He visto como ha sido invadida por otro país que no es el mio. 
He visto como es capaz de sobrevivir al frío del invierno, a la llega de las flores en primavera, al sofocante calor del mes de Julio y por supuesto, al caer de las hojas en otoño. 
Ha traspasado la frontera de mi cuerpo, y se ha instalado en otro.
Y me jode. 
Porque corren tiempos malos. 
Un país en crisis de corazones.

Mi boca te perdió de vista.
Y lo siento, nunca he sido buena en geografía.
Perdida.
Tan perdida que la cabeza me marca el Norte y la piel, me pide que la lleve corriendo al sur.
Y me peleo conmigo misma por tratar de arreglar este desastre.
Porque una parte de mi quiere quedarse, mientras la otra, me suplica que la lleve a la estación a coger un tren solo de ida. 
Perdona mis torpes intentos de apartarte de mi. De apartarte la cara.
Que echo de menos tu sonrisa perfecta, y la risa de niña que provocas en mi.

He conseguido muchas cosas.
Pero nunca, he conseguido que me quisieras.
Yo no quería que escucharas a Goytisolo,
tampoco te pedí que te enamoraras de cada vocablo de un poema de Benedetti.
No quería desayuno con diamantes, ni que me invitaras a cenar.
Ni siquiera pretendía que entendieras de mis idas y venidas, de las vueltas de la vida, y de las vueltas que da mi corazón.
Solo te pedí que me quisieras, y que rondaras por aquí durante mucho tiempo.
Quería que salieras a encontrarme, no a buscarme.
Marcaste dos de dos.
Hiciste pleno, pero al revés. 

Por eso, hoy ya no escribo en mayúscula. 
Mis letras y palabras van en minúscula esperando que alguien las corrija. 
Esta vez yo no salgo en la foto, 
más bien soy quien la echa.

No he venido aquí a enchufar la bombilla de lo que un día fuimos.
No.
No es eso.
Ni tiene que ver que sea Febrero y que estemos llegando a 14.
Nunca vas a entenderme.
Simplemente me he acordado de ti. 
Y de lo mucho que me gustaban tus abrazos.

viernes, 31 de enero de 2014

Seguimos vivos

Seamos sensatos, yo no tengo ni idea de escribir. Escribir es lo que hacía Bukowski con sus poemas, dejándonos literalmente el corazón en pelotas. O lo que consigue transmitirnos Carlos Salem con cada palabra, con cada sílaba. En cuanto a mi,  lo único que intento es sacar afuera todo lo que mis dedos llevan años guardando. Eso que todos decimos callados. Eso que nos mata por dentro y que tratamos de aniquilar mediante sonrisas fingidas. 
Soy esa persona que, cuando crees que estás solo, que solo tú sientes eso, te dice: eh, frena, que yo sí creo en ti. 
Siempre me han preguntado qué quería ser en la vida. Empecé queriendo ser arquitecta, más tarde periodista y después, y hasta hoy, una enamorada de las lenguas. Pero, si me volvieran a hacer esa pregunta, ahora sí tendría una única respuesta. Lo único que quiero hacer es vivir(la). El mundo está lleno de gente que anda tan perdida como yo, con el alma en carne viva intentando encontrar su medicina particular. Tratando de entender qué cojones está pasando y porque todos nos estamos volviendo tan idiotas. Quiero que rompas esa carta de despedida que te dejo tu esperanza y que,
por favor,
le pidas que vuelva.
Que no nos queda nada cuando no hay nada por lo que seguir intentándolo. Rompe la mordaza que calla a tu corazón, y permitele que continúe haciendo música en cada latido. Piensa en ese cigarro que cada día te fumas cuando ataca el estrés y se te viene el mundo encima, no permitas que tú te consumas con la misma rapidez. 
Piensa que,
quizás sea hora de enterrar el hacha. De dejar de pensar en lo que podría pasar, en vez de en lo que pasa. 
Deja de abrazarte las piernas y de hacerte un jodido ovillo de lana, porque solo así conseguirás que alguien te rompa las costillas de un abrazo. 
Soñar está bien pero,
¿qué tal si dejamos de soñarlo todo y empezamos a vivirlo?
Que sí, que yo también sé lo que es sentir miedo. Sentirte atrapado y bloqueado y no saber qué dirección tomar. A mi también me ha golpeado el vértigo en la cara, pues nosotros somos nuestro peor enemigo, nuestro mayor precipicio. Nuestros barrancos más mortales. Pero, a veces tenemos que dejar de esperar el tren para, por una puta vez, cogerlo. 
Sé que estás asustado, que no quieres olvidarte nada. Yo no soy quien para dar lecciones de vida pero, has de saber que incluso cuando dejemos ésta, seguiremos pensando que nos hemos olvidado algo. Y posiblemente así sea. 
No tengas miedo porque esa sudadera pierda ese olor que tanto te recuerda a esa persona. Dale tu olor personal, el más bonito que existe, y el más duradero. 
Yo también tengo miedo de crecer porque cada día amanezco más niña y un poco menos adulta. Pero aún así, me doy cuenta de que el mundo se está yendo a la mierda. Y qué. Sonríe, mantente vivo. Mantente en pie aunque a veces, cuando respires, sientas que te ahogas. 
Con todo esto, lo único que quiero es que abandones el salvavidas y el miedo. Que todo duele, pero que sístole y diástole no se rinden y no van a dejar de latir tan pronto. Arriésgate, porque sino acabarás sufriendo el mayor dolor de todos. Echarte de menos a ti mismo.
Querido Miedo,
solo quería decirte que,
ya no te tengo miedo.

lunes, 27 de enero de 2014

Poco más hay que decir

Voy a comenzar diciéndoos algo: la vida, está cosida a base de momentos que se hilvanan mediante acciones. Pero, la aguja que lo une todo, son las personas. Éstas son las causantes de tus sentimientos.
Así es, la mayor parte de tus estados de ánimo son provocados por alguien. ¿Que no te lo crees?. Voy a demostrártelo.
Nos quejamos de que no nos gusta madrugar pero, en cambio, cuando alguien importante nos está esperando, a veces ni siquiera somos capaces de pegar ojo. Comer, tiene varias velocidades. Cuando estamos solos, solemos comer rápido por aburrimiento, por hacer algo, por inercia vamos. Pero, cuando comemos acompañados, la mayoría de veces se nos echa el tiempo encima de lo a gusto que estamos. Posiblemente hoy sea un día de esos en los que no te apetece salir de casa pero, para qué vamos a engañarnos, probablemente si alguien que te importa te dice que muevas el culo y que hagáis algo juntos, lo harás encantado. Aunque, esto depende de la persona que te lo pida, claro está. Muchas veces estamos en la cama buscando el interruptor que apague nuestra cabeza y nos permita descansar, sin embargo, alguien hace que siga encendido.
No solo tenemos el poder de cambiar el estado anímico de alguien. La gente también busca nuestro reconocimiento, nuestra aprobación. Cuando alcanzamos una meta, cuando sacamos una nota merecida y alta o, cuando nos sale bien algo, deberíamos estar contentos ya de por sí. En cambio, buscamos la aprobación de alguien. Yo puedo sacar la mejor nota de toda la universidad, pero como la persona que me importa no la valore, para mi se convertirá en la peor del mundo. ¿Me seguís?. Somos independientemente dependientes. Tenemos en nuestras manos la felicidad de la gente y muchas veces jugamos con ella a nuestro antojo. No somos conscientes del poder que tenemos y del daño que podemos hacer. Pudiendo hacer que alguien se vaya con el alma de puntillas de felicidad, nos empeñamos en hacer daño a diestro y siniestro. 
Hay dos tipos de personas: las que nos hacen cumplir años (a base de disgustos), y las que nos hacen cumplir sueños. Las que hacen que perder el tiempo signifique ganarlo a su lado, y las que no.
A veces pensamos que es mejor actuar de forma espontánea, y yo soy la primera que lo cree pero, teniendo en nuestras manos la felicidad de la gente, quizás sea mejor pulsar stop y pararnos a pensar un poquito más las cosas y su repercusión, porque puede ser que por el camino rompamos la vida de alguien sin querer. No es lo mismo correr que avanzar. Que no se puede ir haciendo daño a la ligera, oye. Tú eres quien tiene en una mano el globo y en la otra la aguja, y tú eres quien decide si pincharlo o no. Piénsalo. 

jueves, 16 de enero de 2014

Por lo poco que sé.

Encontremos juntos la salida  a este desastre. Sé mi impulso. Sé la mano que se pasea por mi cintura como si de una calle se tratase. No me sueltes. Es lo único que te pido.
Quiero que seas la maravilla que me haga volver a creer en el ser humano. No finjas. Déjate las parafernalias en casa. Hoy quiero que seas tú. Tú y tu grandeza. Quiero verte tan grande que a tu lado todo el globo terráqueo se quede pequeño.
Ten clara una cosa: la solución a cualquier problema está en nuestras bocas. En nuestra sonrisa. Eso cambia las cosas. Ilumina el mundo. Olvídate de la contaminación, del barullo de gente. Olvídate del invierno, que para mí el verano empieza y acaba en tu cara. El mundo se derrumba pero tú y yo seguimos vivos. Me dijeron de pequeña que no dejará para mañana lo que pudiera hacer hoy. Y eso quiero hacer contigo. Qué importa la crisis, ahora mismo hipotecaría mi vida y me dejaría en tus manos. 
Para mi no habrá ningún obstáculo si estoy contigo. Cruzaría todos los semáforos en rojos. Quiero perder la puta razón contigo. Y hacértela perder.
Buscaré tu alegría pero a cambio, conviértete tú en la mía. Tutéame. Sobrepasa los límites de velocidad conmigo. Vivamos despeinados.
Quiero
recordarlo
todo.
Convertir mi desorden en tu orden. Quiero poner en neón cada recuerdo creado. No tengo una goma de borrar que convierta en respuestas todos tus pensamientos que acaban en signo de interrogación, pero juntos podemos tratar de resolver la maldita ecuación. No puede ser tan difícil, todo el mundo sabe que sumar es tan fácil como que 1+1 son, ni más ni menos, que 7. Las 7 vidas que tendré contigo. Las 7 veces que me caeré y las 7 veces que tú me limpiarás los rasguños.
Posiblemente no existan vidas suficientes como para hacer que me canse de ti. Pero con una es suficiente como para hacer que acabes harto de mi. Que me aborrezcas. Sacarte de quicio será mi rutina preferida.
Te seré sincera. No todo será bonito. A veces te sentirás desbordado, lo verás todo inconexo, y te vendrán las cosas a destiempo. Te harán daño. Te bombardearan con piedras tan grandes como las que tú tienes cargadas en tu espalda. Te dispararán a quemarropa. Y poco a poco te irás perdiendo, y perdiéndome a mi. Nos dejaremos al igual que se deja el tiempo las hojas en el suelo. Y posiblemente, un día, dejarás de querer quererme. Te arrepentirás hasta de conocerme. Y ya no verás en mi la perfección de la que antes hablabas.
Quiero que sepas que te odiaré. Bueno, yo no sé odiar. Pero te odiaré tanto como te he querido. Y tranquilo, tú harás lo mismo. No te asustes, forma parte del protocolo. Pasará el tiempo y harás como que me has olvidado.
Pero.. ¿qué pasará cuando te hablen de mi?.
Intentarán meterme en tu nueva vida. Arañándote con recuerdos que ya no volverán a brillar jamás. Me dedicarás inconscientemente cada chupito que te tomes, pensando que, a cada minuto que vas perdiendo lucidez, vas perdiendo el recuerdo que queda de mi en ti. Déjame llamarte iluso. Si te preguntan cómo estás, hazles saber que bien, que todo te va genial, intenta que me transmitan a mi esa felicidad ficticia. Al menos así, te sentirás bien por un segundo. Pero sobre todo, no les preguntes nada de mi, aguarda, que las noticias, por desgracia, te llegarán solas.
Sentirás que aún queda algo dentro. Sentirás rabia por aquel qué hubiera pasado si... Por un momento, sentirás que todavía somos el uno la vida del otro. Que no se entiende de tiempo cuando se habla de amor. Y que cada kilómetro vivido por separado, ha sido un kilómetro juntos.
Para, no dejes que tus ojos se desborden. No te desbordes tú. Todo esto es necesario. Son pasos previos al olvido que tanto ansías.
Piensa que los recuerdos persisten hasta que tú dejas que se vayan. Ellos aguardan en ti mientras que existe una posibilidad. Mientras tú sientes que aún hay posibilidad. Hazles caso, para saber cuando quieren irse. Duele, lo sé. Y lo sé, porque yo he pasado por lo mismo.
Siento no haberme podido alejar de ti tanto como para que esto pasara. Siento no haber podido mantener tu equilibrio pero, ante todo, siento que me guste que sepas de mi. No dejes que esto te afecte. Sé fuerte, como alguna vez lo fuimos juntos. Pasa página con las mismas ganas con las que pasas las de tu libro favorito.
Yo por mi parte, te prometo que estaré bien. Pero prométeme que dejarás que alguien te coja con las mismas ganas que yo. Que te quiera más y más a cada centímetro de tu cuerpo. Y, que cause en ti, todo lo que yo algún día te causé pero multiplicado por mil.
Dejaré que me tachen de egoísta pero me daré por satisfecha sabiendo que, siempre que me mencionen, tu boca formará esa curva que tanto me gusta y que tantas veces te provoqué, al recordar el puzzle que creamos juntos. 
Si la vida fuera un videojuego (que de alguna manera lo es), en la pantalla ahora mismo pondría 'Game over'. Está será tú última primera vez. La última vez que te causa dolor recordarme, y la primera vez que, realmente, me has olvidado. Enhorabuena.

Yo no sé mucho de nada, y sé que no tengo la suficiente edad como para transmitir sabiduría pero ¿por qué todas las historias tienen que ser siempre así?. Pasamos de 0 a 100 enseguida pero bajamos aún más rápido. Cambiemos la historia. Convirtamos los finales de película, en finales reales. Encontremos a la persona que haga que nos quedemos en lo bonito y nos saltemos la parte fea. O mejor, dejemos que ella, nos encuentre.