Esta es mi historia,
pero podría ser la tuya.

lunes, 27 de enero de 2014

Poco más hay que decir

Voy a comenzar diciéndoos algo: la vida, está cosida a base de momentos que se hilvanan mediante acciones. Pero, la aguja que lo une todo, son las personas. Éstas son las causantes de tus sentimientos.
Así es, la mayor parte de tus estados de ánimo son provocados por alguien. ¿Que no te lo crees?. Voy a demostrártelo.
Nos quejamos de que no nos gusta madrugar pero, en cambio, cuando alguien importante nos está esperando, a veces ni siquiera somos capaces de pegar ojo. Comer, tiene varias velocidades. Cuando estamos solos, solemos comer rápido por aburrimiento, por hacer algo, por inercia vamos. Pero, cuando comemos acompañados, la mayoría de veces se nos echa el tiempo encima de lo a gusto que estamos. Posiblemente hoy sea un día de esos en los que no te apetece salir de casa pero, para qué vamos a engañarnos, probablemente si alguien que te importa te dice que muevas el culo y que hagáis algo juntos, lo harás encantado. Aunque, esto depende de la persona que te lo pida, claro está. Muchas veces estamos en la cama buscando el interruptor que apague nuestra cabeza y nos permita descansar, sin embargo, alguien hace que siga encendido.
No solo tenemos el poder de cambiar el estado anímico de alguien. La gente también busca nuestro reconocimiento, nuestra aprobación. Cuando alcanzamos una meta, cuando sacamos una nota merecida y alta o, cuando nos sale bien algo, deberíamos estar contentos ya de por sí. En cambio, buscamos la aprobación de alguien. Yo puedo sacar la mejor nota de toda la universidad, pero como la persona que me importa no la valore, para mi se convertirá en la peor del mundo. ¿Me seguís?. Somos independientemente dependientes. Tenemos en nuestras manos la felicidad de la gente y muchas veces jugamos con ella a nuestro antojo. No somos conscientes del poder que tenemos y del daño que podemos hacer. Pudiendo hacer que alguien se vaya con el alma de puntillas de felicidad, nos empeñamos en hacer daño a diestro y siniestro. 
Hay dos tipos de personas: las que nos hacen cumplir años (a base de disgustos), y las que nos hacen cumplir sueños. Las que hacen que perder el tiempo signifique ganarlo a su lado, y las que no.
A veces pensamos que es mejor actuar de forma espontánea, y yo soy la primera que lo cree pero, teniendo en nuestras manos la felicidad de la gente, quizás sea mejor pulsar stop y pararnos a pensar un poquito más las cosas y su repercusión, porque puede ser que por el camino rompamos la vida de alguien sin querer. No es lo mismo correr que avanzar. Que no se puede ir haciendo daño a la ligera, oye. Tú eres quien tiene en una mano el globo y en la otra la aguja, y tú eres quien decide si pincharlo o no. Piénsalo. 

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