Esta es mi historia,
pero podría ser la tuya.

miércoles, 2 de diciembre de 2015

Entre ceja y ceja

Qué quieres que te diga,
los sentimientos se nos fueron de las manos.
No supimos controlarnos, parar a tiempo, cambiar de canal.
Estábamos jugando a un juego peligroso
que a veces puede ser mortal.
Éramos dos personas tratando de ser funambulistas,
bailando encima de un cable de alta tensión.
Y para tensión, la nuestra.
Maldita fricción magnética.
Tentábamos a la suerte,
y a nuestros cuerpos.
Pensábamos que querer era poder,
sin darnos cuenta de que casi siempre querer es perder.
Trazábamos nuestro futuro con los labios.
Firmábamos a mordiscos.
Eras mi sexto sentido.
Mis cuatro puntos cardinales.
Me perdía en tus lunares.
Hasta que llegó el desastre.
Y con desastre, me refiero a mi.
Tú siempre ibas de frente,
y yo no era capaz de ser valiente.
Empecé a caminar de puntillas,
tratando de no romper lo que (nos) quedaba.
Busqué el manual de instrucciones,
los apuntes del principio,
pero no conseguí que te quedaras.
Y te marchaste, pero no del todo.
Empecé a buscar huellas y solo encontré heridas.
Estaba claro: donde hubo fuego, cicatrices quedan.
Te declaré la guerra,
y todavía sigo luchando.
Cariño,
se me repiten tus "para siempre".
Deseé que volvieras,
con
t
o
d
a
s
m
i
s
j
o
d
i
d
a
s
fuerzas.
Y entendí que si hubieras vuelto, yo me habría querido ir.
Porque sí, porque así es el juego.
Y hoy le echo valor y te pido que te vayas, pero esta vez del todo.
Te lo pido porque a mi me cuesta mantener la distancia adecuada a ti.
Te lo pido porque se me rompen las costuras cada vez que vuelves.
1 libro de autoayuda aquí, por favor.
Quizás el problema es que teníamos la salida de emergencia delante y no supimos verla.
Así que no te acerques.
Bloqueame de tu vida.
Sácame de la estación de cosas pendientes.
Aléjate todo lo que puedas de mi
porque estás a punto de hacer(me) jaque mate.
Y voy a declarar el estado de emergencia.

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