Esta es mi historia,
pero podría ser la tuya.

lunes, 14 de octubre de 2013

¿Rebobinamos?

Esta semana salió a la venta el nuevo disco de la que siempre ha sido mi banda favorita, esa que contiene mis canciones tiritas. Las que tapan mis heridas en mis peores días. Las canciones que alguna vez, años atrás, significaron algo. Esas que hacían que me pasara el día tarareándolas, escuchándolas cada vez que el mundo se me echaba encima, pero que hoy solo son trocitos de un guión que estudiamos hace algún tiempo.

Dicen que "las semanas a veces parecen años enteros" pero también ocurre al revés. Lo siento, no he podido evitarlo. He vuelto al pasado. A esos años que para mi fueron los mejores. Donde mi ingenuidad se mezclaba con la madurez de muchos y era una mezcla jodidamente perfecta. Me encantaba levantarme día tras día, y me acostaba deseando que amaneciera. ¿Sabéis a lo que me refiero, verdad? Pues eso.

Callo a mi voz interior que me dice que pare, que no está bien hurgar en el pasado, en algo que ya está muerto. Finiquitado. Vetado. Pero qué más da. Sí, fueron los años donde cometí mis mayores errores, donde me pegué mis primeros y más dolorosos golpes (y no me refiero físicamente). Donde la vida se cobro en lágrimas mis años. Donde aprendí lo que era vivir de aquí para allá, sintiendo que ningún lugar era mio del todo y que más que una niña era una marioneta a la que manejaban unos papeles firmados ante un juez. Donde me dí cuenta que la gente desaparece cuando más la necesitas. Donde conocí el significado de lo que era echar de menos. Sí, años duros pero ¿es que nadie ve nunca el vaso medio lleno? Conocí a gente maravillosa, esa familia que no conoce de ADN. Aprendí a levantarme sola por muchos rasguños que llevara en la rodilla. Dejé de mirar al suelo cabizbaja, de sentirme menos que nadie. Aprendí a quererme y a querer. A sentirme orgullosa de mi. Valoré la fuerza de las personas, gente capaz de darlo todo por alguien aunque ello conlleve quitarse de comer. El primer amor. La primera persona que te llega de verdad, que pone tu mundo patas arribas haciendo que no conozcas de días, horas, minutos... Aprendí que los pequeños detalles son los que hay que valorar, los importantes. Me enseñaron que elegir estaba en mis manos, no en las de nadie. Fije mis ideales. Descubrí que mis principios son mi religión. Y naufragué en las primeras páginas de un libro... 

Maldito tabú a recordar el pasado. No hay ningún problema en mirar atrás, en recordar personas de las que ya sólo conoces el nombre, o personas que eran y ,todavía, son importantes. Ver lo que has aprendido, mejorado, cambiado. Quitar el polvo de los libros viejos. Sacar los dedos de aquella yaga que por fin ha dejado de escocer. Reírte de ti y de lo que eras entonces, y sonreír a todo lo que en aquel entonces te lo impedía. Recordar lo que nunca sucedío sin que te afecte. 

A veces hay que poner los puntos sobre las íes. Terminar una partida que tenías empezada y que nunca llegaste a acabar... Y entonces, al fin, salir a ganar. Enhorabuena, es el principio del final.
Rebobina la cinta de tu vida las veces que quieras, sin miedo. Eso sí, sin olvidar nunca que lo importante es el presente. El pasado solo son grandes lecciones.

Yo tengo que intentar tal vez, bajar el telón... aunque sea diecisiete años después. Pero tú no te libras, ahora te toca ti.

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